Cuando despertamos, Vox ya era la tercera fuerza política: ¿y ahora qué?

  • Vox ha sabido erigirse como “la punta de lanza de ese deseo, cada vez más extendido, de una mayor recentralización del Estado”, opina Guillermo Fernández
  • Jonathan Martínez propone imitar a Grecia para aislar a Vox y Guillermo Fernández habla de combatirlo políticamente desde la izquierda

De izq. a derecha, los líderes de Vox Iván Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal y Javier Ortega Smith, se dirigen a sus simpatizantes en el exterior de la sede del partido en Madrid durante el seguimiento de la noche electoral./ Javier Lizón (Efe) tercera fuerza

De izq. a dcha. los líderes de Vox Iván Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal y Javier Ortega Smith, se dirigen a sus simpatizantes en el exterior de la sede del partido en Madrid durante el seguimiento de la noche electoral./ Javier Lizón (Efe)

Esta vez las encuestas sí acertaron. Se preveía un meteórico ascenso de Vox que vimos confirmado el pasado domingo, durante el recuento de los votos. Mientras España se dirige a un histórico gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, si es que la investidura sale adelante, tendrá que digerir otro asunto no menos trascendental. Un total de 52 diputados de extrema derecha, con unas posiciones marcadamente xenófobas y autoritarias, serán interlocutores en el Congreso de los Diputados.

3,6 millones de personas han confiado en el partido de Santiago Abascal, una cifra nada desdeñable que puede resultarle pasmosa al votante progresista y al de centro-derecha. Desde la entrada de 12 diputados de Vox en el Parlamento de Andalucía, quienes estamos en posiciones ideológicas muy alejadas de las de este partido a menudo transitamos entre la negación y la incomprensión, pensamientos que pueden conducir al desánimo y a la parálisis. Para entender mejor el fenómeno, hablamos con dos expertos sobre las claves del éxito del partido y las distintas maneras de combatir a la extrema derecha.

¿De qué nos habla el éxito de Vox en Ceuta, Murcia y Andalucía?

Vox se ha colocado como primera fuerza en la región de Murcia, donde ha obtenido un 28% de los votos. En este éxito ha influido que el PP lleva gobernando 24 años bajo numerosos escándalos de corrupción y se ha quedado paralizado ante el desastre medioambiental del Mar Menor. Por otro lado, el apoyo al partido ultra es todavía mayor en Ceuta, donde ha alcanzado algo más del 35% de las papeletas. Mientras que en Andalucía, puerta de entrada para la fuerza de extrema derecha en las instituciones, el partido ha conseguido doblar resultados.

Estos lugares tienen ciertas “particularidades” que han beneficiado a Abascal y los resultados no son «extrapolables» a otras partes del país, pero sí que hablan de “una tendencia general”, analiza el periodista e investigador en comunicación Jonathan Martínez. Ante los resultados más exitosos de Vox en algunas zonas geográficas, Guillermo Fernández, investigador de las extremas derechas europeas, advierte que los feudos fueron imprescindibles para el crecimiento de la Liga Norte en Italia o Marine Le Pen en Francia. “Esto marca un hito en el crecimiento de Vox como partido”.

¿Por qué Vox ha logrado convencer a buena parte del electorado?

Aunque su programa electoral no ha variado desde el 28-A, en solo seis meses Vox ha logrado aumentar casi un millón de votos. “Su programa muy conservador en lo moral y muy liberal en lo económico, con ninguna política social aparte de las ayudas a la maternidad y la paternidad”, pero el partido «ha incorporado algunos ganchos sociales que no se corresponden con el programa”, explica Fernández. De hecho, el partido podría utilizar más «ganchos» que conecten con las clases medias-bajas tras haber cosechado votos en el cinturón sur de Madrid o en la provincia de Barcelona.

Sin embargo, la evidencia más importante de este 10-N es que a Vox lo alimenta “la tensión territorial”. Y no nos referimos solo a Catalunya. “Ahora hay una parte de España que quiere mayor centralismo y otra parte de España que quiere mayor autonomía. Son tendencias opuestas que van en aumento”, explica Fernández. En este contexto, Vox ha sabido erigirse como “la punta de lanza de ese deseo, cada vez más extendido entre los españoles, de una mayor recentralización del Estado”, mientras la izquierda ni siquiera verbaliza su idea de modelo territorial por una especie de miedo a abrir ‘la caja de Pandora’. El camino hasta aquí habría sido allanado por el PP y una parte del PSOE, que llevan años atacando el modelo de las autonomías, según el experto.

Aunque ideológicamente enfrentados, Vox ha sabido canalizar un descontento de manera similar a Podemos, que logró más de un millón de votos en las europeas de 2014 y superó los 5 millones de votos en las generales de 2016. Si los morados se alimentaron políticamente del 15-M, Vox ha tenido “su propio 15-M de derechas” que sería, según Fernández, “la revolución de las banderas en los balcones”. Esto explicaría como un partido que nace en 2013 resurge en otoño de 2017, con las manifestaciones por la unidad de España contra el independentismo catalán convocadas por la fundación Denaes.

El experto en comunicación Jonathan Martínez coincide con Fernández en que Abascal cuenta con elementos que interesan a votantes que no pertenecen a la clase alta o acomodada. De las elecciones del 28-A se extrajo el votante-tipo de Vox: hombre blanco y de clase media-alta, pero ahora “es imposible pensar que hay 3 millones y medio de personas que estén en la parte alta de la pirámide del poder adquisitivo”. Sin embargo, este periodista encuentra una clave distinta en el éxito de Vox: “la clase obrera no se siente identificada con ellos por su discurso, que en resumen es de ‘señoritos’, sino por como les gustaría ser». Vox tiene «un componente aspiracional que les permite ampliar su electorado”, opina.

Recetas para combatir a Vox

Grecia como espejo donde mirarse. Esa es la idea general que propone Martínez. El partido neonazi y paramilitar griego Amanecer Dorado ha pasado en este país de ser tercera fuerza política a perder sus escaños y relevancia política. ¿Cómo lo han logrado los griegos? Realizando varios cortafuegos. Uno de ellos sería combatir la “legitimación” de su discurso de odio en los medios de comunicación. “Vox cuenta con lo que llamamos la idea de prestigio, es decir, el partido se ve prestigiado con su aparición en los medios de comunicación” y al mismo tiempo “la agenda ultra pone en el centro del debate cuestiones que ya creíamos superadas (derechos LGTBI, de las mujeres etc.)», analiza este periodista.

Martínez cree que es importante activar más recetas que se pusieron en marcha en Grecia, como “achicar distancias en los centros de trabajo, en las calles y en los centros de estudio, trazando una línea roja muy clara con los discursos de odio”. La protesta en las calles se complementaría con “un programa de mínimos en todos los partidos para aislar a la extrema derecha” y “medidas judiciales contra las propuestas que atacan en las minorías”. Es decir: actuar contra ellos en las calles, en las instituciones y en el sistema judicial.

La visión de Fernández es bastante diferente, opuesta a lo que conocemos por “cordones sanitarios”. A riesgo de ser “polémico”, opta por combatir a Vox como a “una fuerza política más” porque “cuando se le trata como uno entre otros, le quitamos importancia”. Para este investigador la clave estará en la línea de actuación que siga a partir de ahora la izquierda: “hay demasiados desequilibros territoriales y se necesitan reformas importantes en varios sentidos para taponar la demagogia que puede hacer Vox”.

El hecho de que en estas elecciones hayan irrumpido en el Congreso fuerzas como Teruel Existe, que manifiestan un descontento territorial de la España vaciada, es una oportunidad para la izquierda de tejer alianzas para abarcar problemas como la cohesión territorial, las infraestructuras o los servicios públicos, considera Fernández. “Si hay una política social mas robusta, el tema nacional no arde tanto o la izquierda lo encara de otra manera, se taponarán ciertas vías del crecimiento de la ultraderecha. Pero si el resto de fuerzas políticas se lo pone muy fácil, Vox seguirá progresando”, advierte.


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