Cuando la extrema derecha ocupa el centro sin que salten las alarmas

La ultraderecha encuentra hueco en el conflicto catalán, respaldada por determinados partidos y medios, para colar su discurso identitario. La idea de un nacionalismo español reaccionario y excluyente se fortalece frente a los que entienden España como una nación de naciones que tiende al federalismo.

Un grupo de ultras, con banderas de España, increpan a los miembros de Unidos Podemos a las puertas de su asamblea en Zaragoza. /EFE

Un grupo de ultras, con banderas de España, increpan a los miembros de Unidos Podemos a las puertas de su asamblea en Zaragoza. /EFE

Es difícil darse cuenta. El mensaje llega a nosotros envuelto en una bandera rojigualda con toques de sentimentalismo. Apela a tus emociones. Trata de noquear tu razón. Se camufla entre datos, cruces de acusaciones y expresiones grandilocuentes como ‘golpe de Estado’ o «sediciosos catalanes’. El ‘España se rompe’, la AntiEspaña y el discurso de los enemigos de la patria. Otra vez. La idea que se desprende de ese mensaje es que, por un lado, aquel que defiende la celebración de un referéndum en Catalunya es antiespañol, rojo, separatista. Sea de Madrid, de Huelva o de Vic. Por otro, que la única manera de entender España y de sentirse español es la negación a ultranza de una España plural y diversa. Te lo venden como sentido común, como la normalidad, pero es el mensaje de la extrema derecha. Y lo tienes ahí, delante de ti, envuelto en la bandera de España.

«La extrema derecha está viendo cómo uno de sus ejes básicos, que es la unidad y homogeneidad de España, está siendo reforzado, apuntalado, reivindicado e incluso catapultado por partidos políticos tradicionales y medios de comunicación. Se sienten respaldados y legitimados. Están consiguiendo impregnar el debate público con su discurso, que está siendo comprado o asimilado en términos muy similares por partidos como el PP», explica a Público el periodista experto en extrema derecha Miquel Ramos, autor del artículo ¿Cómo dejamos de preocuparnos y comenzamos a amar a la nueva ultraderecha?, que fue publicado en The New York Times.

Pero, ¿cómo se naturaliza a la extrema derecha? ¿Cómo se sitúa su visión de España en la centralidad del discurso? Hay muchas maneras. Todo ha sucedido en apenas unas semanas, desde la aprobación de la ley del referéndum. Este artículo recoge tres ejemplos. El primero de ellos es el caso del ultraderechista Juan Antonio Llopart, ex líder del partido neonazi Movimiento Social Republicano y exmiembro de una editorial que se dedica, según la Audiencia Provincial de Barcelona y el Tribunal Supremo, a difundir ideas genocidas y negacionistas del Holocausto. Llopart escribió una carta en su muro de Facebook dirigida a su hermano, alcalde independentista de una localidad catalana, en la que Llopart trataba de recordar a su hermano el amor a España que le habían inculcado sus padres. La carta se hizo viral y diferentes medios no dudaron en hacerse eco.

Las cartas de Llopart han conquistado terreno. De un medio escorado en la ultraderecha, La Gaceta, a dos de los medios más seguidos del Estado: El Mundo y Antena 3

El Mundo recogió la carta y la colocó en un lugar predominante en su portada web, en el primer pantallazo. «Carta a mi hermano, alcalde independentista: ‘Ser español es un honor, ser catalán es un orgullo‘», se titula el artículo. El diario de Unidad Editorial, eso sí, recoge en el artículo que el autor pertenece a una organización de «tinte ultraderechista».

El Huffington Post, por su parte, tituló: La carta de un catalán a su hermano alcalde independentista que arrasa en las redes: «¡Qué te han hecho!. En esta ocasión también hay que descender al cuerpo de la noticia para conocer que el autor del artículo no es un catalán cualquiera, que se trata del ultraderechista Llopart.

La web de Antena 3 Noticias también recogió la información en una noticia titulada Escribe una emotiva carta a su hermano, un alcalde separatista catalán: «Ser español es un honor»Sin embargo, Antena 3 no explica quién es la persona que firma la carta. Ni explica que ha pertenecido a un movimiento neonazi. Nada. Se limita a profundizar en los aspectos emocionales de la misma.

Las cartas de Llopart han conquistado terreno. De un medio escorado en la ultraderecha, La Gaceta, a dos de los medios más seguidos del Estado: El Mundo y Antena 3. Los grupúsculos de extrema derecha, tal y como informó Público, comenzaron recientemente un nuevo intento de metamorfosis estética y suavización de su imagen con el objetivo de llegar a nuevas clases sociales. Fascismo 2.0: del gueto a la transversalidad para intentar el «gran asalto, tituló este diario aquella información. La intentona ha quedado de momento en fracaso, pero con la cuestión catalana encima la mesa, sus voces encuentran eco en espacios caracterizados por la defensa de la Constitución del 78 y el rechazo a que Catalunya tenga derecho a decidir.

«Están dando voz a un negacionista del holocausto. Es una barbaridad. Eso es imposible pensar que sucedería en un país como Alemania. Pero aquí está sucediendo. Están blanqueando discursos y personas que son de extrema derecha. Hay determinados medios y partidos que deberían plantearse qué están haciendo. Bajo mi punto de vista, están dando alas y blanqueando a la extrema derecha. Ahí está lo que sucedió de Zaragoza», prosigue Miquel Ramos. 

Lo que sucedió en Zaragoza

Miquel Ramos se refiere al acto de Unidos Podemos y otras fuerzas para solicitar un referéndum pactado y a la movilización-protesta convocada por un grupo de extrema derecha.

Alrededor de 400 personas acudieron a la llamada del grupo ultraderechista Movimiento Aragonés Social (Mas), entre los que se encontraban cargos del PP y varios agentes de Policía, de paisano, según desveló eldiario.es. Muchos iban envueltos en la bandera de España y la mostraban con rabia a los diputados. Entre ellas, también había alguna del aguilucho, la bandera de la España de Franco. «Contra la traición, ejecución», gritaban.

Los cargos públicos tuvieron que cerrar a cal y canto todas las entradas al recinto.

«Unos 300 nazis están berreando a las puertas de la Asamblea. No toleran la democracia. Entre todos ellos no suman una neurona útil», tuiteó Alberto Garzón. «No podemos garantizar que no os den un capón», comentó un agente de Policía Nacional, según fuentes presentes en el acto. La presidenta del Parlamento de Aragón, segunda autoridad de la comunidad autónoma, sale a hablar con la Policía. Recibe un botellazo. Se celebra entre los manifestantes. Crece la tensión. Finalmente, la mayor parte de los cargos públicos salen por la puerta principal escoltados por un insuficiente número de agentes policiales, mientras que Iglesias y Garzón, entre otros, salen por la puerta de atrás. Ha sido grave. La presidenta del Parlamento aragonés ha recibido un botellazo.

El telediario de TVE, de hecho, rebajó los hechos a una “manifestación por la unidad de España”

Pocos medios de comunicación, sin embargo,  compartieron este análisis. Ningún periódico en papel incluyó los incidentes en sus portadas. 400 cargos públicos, de diferentes partidos y sensibilidades, amenazados de muerte; la presidenta del Parlamento de Aragón, agredida. Cero portadas.

El telediario de TVE, de hecho, rebajó los hechos a una “manifestación por la unidad de España”. Ni rastro de las banderas del aguilucho. Ni rastro acerca de que la organización que había convocado la protesta es de extrema derecha.

Íñigo Errejón, secretario Político de Podemos, estaba en el acto de Zaragoza. Narra a Público los saludos fascistas que vio, la bandera franquista, las amenazas y su sorpresa al ver cómo valoró la prensa lo sucedido al día siguiente. «Es preocupante el tratamiento mediático y político que está recibiendo el rebrote de grupúsculos de extrema derecha con acontecimientos como el que vivimos en Zaragoza. Nos hicieron el saludo romano, nos insultaron, había alguna bandera franquista y TVE dijo que era un grupo de ciudadanos. Corremos el peligro de naturalizar o normalizar una serie de comportamientos que dejamos atrás con la dictadura franquista y que, afortunadamente, quedaron estigmatizados con la llegada de la democracia como retazos de un pasado al que no queremos volver», explica Íñigo Errejón, en declaraciones a Público.

Pero, ¿cómo es ese tratamiento mediático que denuncia Errejón? ¿Son casos concretos? Dos ejemplo más. Y, de nuevo, en medios públicos. RTVE.ES ofrece la siguiente información: Un centenar de personas se manifiesta frente a la sede de la ANC en defensa de la unidad de España. La imagen muestra a un buen puñado de personas mostrando la bandera constitucional. Hay que descender hasta el cuerpo de la noticia para conocer que la marcha está convocada por la plataforma de ultraderecha Por España me atrevo.

«Corremos el peligro de naturalizar o normalizar una serie de comportamientos que dejamos atrás con la dictadura franquista», denuncia Errejón

En segundo lugar, el teletipo remitido por EFE y colgado por ABC en su web que se titula: ‘Convocan protestas en Baleares contra los ‘sediciosos golpistas’ de Cataluña. El teletipo olvida señalar que la organización convocante, Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), está vinculada a la ultraderechista Vox y que, en su origen, también estaba vinculada al ala más ultraderechista del PP. Una vez más, un medio de comunicación público ofrece información sobre protestas vinculadas al referéndum de Catalunya olvidando que su origen está en la extrema derecha.

Estas informaciones, que blanquean a la extrema derecha, contrastan con el tratamiento informativo que reciben otras concentraciones convocadas para estos días. Más ejemplos. El miércoles 20 de septiembre se convocó una concentración en la Puerta del Sol de Madrid por el derecho a decidir de Catalunya. Había cargos electos de Partido Demócrata de Catalunya, de Podemos, de ERC, de IU, entre otros.

Así titulaba en su versión en papel el diario ABC: Un grupo proetarra convocó la protesta ilegal de Sol por el 1-0. La imagen que acompaña la foto es la de Alberto Garzón, líder de IU, y Carlos Sánchez Mato, concejal de Economía del Ayuntamiento de Madrid.

No es el único caso. El Confidencial mostraba el siguiente titular sobre las movilizaciones convocadas por la Coordinadora 25-S para este fin de semana: La extrema izquierda convoca protestas para ‘tomar’ un Madrid sin antidisturbios. El ABC, por su parte, se decantaba por el siguiente encabezado: «Los radicales agitan el 1-O con un nuevo ‘Rodea el Congreso’. 

«Esto tiene que ver con la teoría de los dos demonios, un intento de representar que hay dos males igualmente peligrosos para la democracia. Por una parte, las movilizaciones sociales y, por otro lado, las de la extrema derecha. Pero que hay que ser muy claros en esto: No son lo mismo. Las movilizaciones del 15M, por ejemplo, buscan ampliar los derechos para todos, mientras que las movilizaciones reaccionarias buscan limitar las libertades de otros. Y los demócratas no podemos comprar esto», señala Errejón.

El PP y C’s, beneficiados de la agitación del fantasma

Estas informaciones publicadas en medios de comunicación que defienden a capa y espada la Constitución de 1978 aparecen mezcladas con campañas que llaman a sembrar la crispación entre la ciudadanía.

El mejor ejemplo es la polémica campaña de Hispanofobia creada por el Partido Popular. Discursos de extrema derecha que se envuelven en la bandera y señalan al otro, al catalán o al que apuesta por hablar con los independentistas, como el culpable de los males de la patria. 

«En este clima de crispación el Partido Popular se está comportando como un pirómano. Se siente cómodo en un conflicto que le permite mantener el monopolio sobre la identidad española mientras que puede evitar hablar de corrupción o precariedad«, denuncia Íñigo Errejón, que afirma que la identidad española que viene de la extrema derecha española y que entronca con la defendida por el PP es un «nacionalismo reaccionario que se construye frente a las otras identidades». «Frente a esa noción de patria se encuentra una diferente, de la que no quieren hablar. Un patriotismo popular y democrático que construye una comunidad que se cuida a sí misma en términos de justicia social y regeneración democrática. Una patria que se hizo visible el 15-M».

La agitación de los fantasmas de la ultraderecha no es casual. Así lo entiende el periodista Miquel Ramos, que recuerda que el 80% de la extrema derecha española vota al PP y que el 20% restante no tiene una opción electoral en la que confiar.

«No hay un movimiento de extrema derecha suficientemente potente para quitarle ese público al PP. ¿Quién lo encabezaría? ¿Santiago Abascal? El PP sabe que no y juega a traspasar todas las líneas. Sabe que tiene su clientela. Está alimentando un caladero de votos que le es fiel«, prosigue Ramos.

De hecho, Melisa D. Ruiz, líder del ultraderechista y xenófobo Hogar Social Madrid, señala en declaraciones a Público que la coyuntura actual permite penetrar mejor en la sociedad con un mensaje centrado en la unidad de España, pero afirma que el único beneficiado de esta situación es el Partido Popular. «La unidad de España no ha estado nunca entre las principales preocupaciones de los españoles. Ahí están las encuestas. Y ahora puede tomar una cierta relevancia y permite tener un cierto protagonismo a los que lo han defendido siempre, pero no creo que sirva para granjear nuevos apoyos. Creo que el beneficiado es el PP y es el que recoge ese malestar», defiende la líder ultraderechista, que preguntada por los réditos que está recogiendo su organización del ambiente de crispación señala que su grupo consigue más apoyos gracias a la crisis de los refugiados que a la situación catalana.

El cóctel final: ‘A por ellos’

La mezcla de agitar el fantasma de la ‘hispanofobia’, de blanquear actitudes o comportamientos ultraderechistas como el vivido en Zaragoza, junto al dominio del nacionalismo conservador reaccionario provoca reacciones como las que se han visto esta semana en diversos puntos del Estado. Ciudadanos que no son de extrema derecha o, al menos, no son solo de extrema derecha, acuden a cuarteles de la Guardia Civil y dependencias policiales para despedir a los agentes que marchan hacia Catalunya con motivo del 1-0 envueltos en la bandera constitucional de 1978 entre gritos de «a por ellos». 

«Esas concentraciones tienen un punto peligroso. El grueso de quienes acuden no son ciudadanos de extrema derecha. No se identifican así, pero afirmar su identidad española de esa forma, jaleando la posible represión contra un ciudadano de su mismo país, recuerda demasiado a la idea de un nacionalismo reaccionario que defiende que España debe construirse frente a la otra mitad, que sería la antiEspaña«, señala Errejón, que advierte de las consecuencias que tiene que el Partido Popular hegemonice el concepto y la bandera de España: «Es un obstáculo a construir un país para todos, a reconstruir un acuerdo de convivencia para las próximas décadas. España no puede permitirse otra vez construirse en negativo. España es mejor que el peor gobierno de la historia de su democracia. Por eso el PP intenta secuestrar por la fuerza la bandera de España», sentencia Errejón.


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