Este fin de semana, en el distrito de Arganzuela (Madrid), El Salto celebró sus primeros meses de vida con unas jornadas de fiesta, música y actuaciones. Cientos de personas pasaron por la Casa del Reloj y disfrutaron de un festival autogestionado. Han sido días de mucho trabajo en los que ha sucedido un episodio que nos alarma e indigna.
Que media docena de agentes de policía en uniforme de paisano persigan a un cantante hasta el camerino horas después de su concierto para anunciarle que le van a denunciar por “ofensas a la autoridad” es una imagen que habla por sí misma y que define un tiempo.
Lo peor es que, lamentablemente, esta escena cada vez provoca menos sorpresa, dada la frecuencia con que se repiten hechos similares en los últimos meses.
Sin embargo, nos ha sorprendido. Y molestado. Mucho. Muchísimo. Como uno de los colectivos organizadores del evento –junto a la Coordinadora de Vivienda Madrid– y como grupo dedicado a la comunicación, consideramos absolutamente intolerables, impropias y fuera de lugar la persecución, amenaza y sanción a las expresiones, ya se produzcan en el ámbito artístico o en la emisión de opiniones.
Las ofensas reales al quehacer policial no se encuentran en las letras de canciones, ni en chistes difundidos por redes sociales. Tampoco en espectáculos de titiriteros.
Lo que socava el prestigio de la institución, de la autoridad, son otras actuaciones sobre las que no se observa el mismo celo punitivo. Por ejemplo, el uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes durante los desahucios, los casos de malos tratos dispensados en comisaría a personas detenidas, o el número de personas fallecidas bajo custodia policial, un dato que nunca debería ser algo distinto a 0.
Esperamos que esa amenaza de denuncia al grupo Émbolo, que ellos han hecho pública en un comunicado, no se concrete. Si lo hace, El Salto responderá como lo hizo Diagonal durante más de una década. Con la palabra y con una red de apoyo mutuo basada en la defensa de un derecho fundamental, el de la libertad de expresión, especialmente cuando se ejerce desde la crítica, la denuncia de injusticias y para ampliar los márgenes de lo posible. Porque si no es así, no es derecho ni libertad ni expresión.
+info relacionada, 16-05-2017, eldiario.es: La policía avisa a una banda de que denunciará su actuación en las fiestas de San Isidro por «ofensas a la autoridad»