Independentistas contra turistas, crónica de una farsa de verano

  • Algunos medios de comunicación utilizan las acciones aisladas del entorno de la CUP contra la ‘turistificación’ para atacar a Colau y al independentismo.
  • El último barómetro semestral del ayuntamiento muestra el turismo como el principal problema de los barceloneses y la precariedad se instala en el sector.
  • Desde el Govern y JxSi aseguran que las acciones contra la ‘turistificación’ perjudican al proceso independentista.

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Cartel de la manifestación convocada por distintos colectivos sociales en contra de la ‘turistificación’ el pasado junio. / Coordinadora de Asambleas de Vivienda

BARCELONA (BCN).- En verano, la sequía informativa hace que las portadas de periódicos y las tertulias de radio y televisión se llenen de temas secundarios, tomando el protagonismo que no conseguirían entre septiembre y junio. Esto es así, desde que el verano es verano y existen periodistas. Si a esto añadimos la vieja estrategia mediática y comunicativa de generar un problema social desde los propios medios de comunicación, aprovechando el altavoz que son los propios medios, para que luego estos mismos ofrezcan las soluciones, tenemos la ecuación perfecta. En verano, los grandes medios de comunicación, ansiosos de temas para rellenar sus espacios informativos, magnifican un problema y ofrecen sus propias soluciones, normalmente atacando a sus adversarios políticos. Si en uno de estos temas estivales, sirve, además, atacar a Ada Colau y al independentismo catalán por igual, tenemos tema para rato, hacen el agosto.

Si el verano pasado cualquiera que siguiera a determinados medios, desde el desconocimiento y la lejanía, pudiera llegar a pensar que Barcelona estaba invadida de “manteros peligrosos“, este año podrá creer que esta es una ciudad sin ley, en la que hordas de independentistas dedican su tiempo libre a cazar turistas. La última semana de julio, un grupo de militantes de Arran, un colectivo juvenil de la izquierda independentista catalana vinculado a la CUP, asaltaba un autobús turístico en Barcelona, pincharon las ruedas y realizaron una pintada en el parabrisas del mismo: “El turismo mata los barrios”. Hace pocos días, integrantes de Endavant, otro colectivo relacionado con la CUP, pinchaba ruedas de bicicletas de alquiler de empresas privadas que utilizan y colapsan algunos aparcamientos públicos para bicis. Algunos hechos aislados similares se han reproducido en otros lugares del Estado, como Palma de Mallorca. Y algunos más podrán tener lugar.

La palabra turismofobia se ha convertido, de este modo, en una de las más repetidas durante estas semanas. Algunos medios de comunicación no han dudado en relacionar esta acción aislada con el proceso independentista, mientras tanto la Generalitat y todos los partidos catalanes, también los independentistas, salvo la CUP, la condenaron o se desmarcaron de ella. Presentando este caso aislado como un ejemplo de la famosa turismofobia, tampoco tardaron algunos periodistas y opinadores en asegurar que era consecuencia de las políticas que lleva a cabo el Ayuntamiento de Colau para regular la masificación turística en Barcelona. Sin embargo, la propia Colau, así como el alcalde en funciones, el socialista Jaume Collboni, condenaron también la acción. Es más, el Ayuntamiento se personará contra la acción de Arran, así como la Generalitat, que investiga los hechos. No sólo algunos medios, también partidos se empeñan en relacionar lo ocurrido con el gobierno de Barcelona En Cómú. La última, ayer: la presidenta del grupo municipal de Ciudadanos, Carina Mejías, aseguraba: “Colau está desaparecida mientras sus socios antisistema hacen de Barcelona el escenario de sus actos vandálicos”. Pero los socios de Colau en el Ayuntamiento son los ediles del PSC, la CUP mantiene una actitud bastante crítica con este gobierno en muchos aspectos.

El problema

Las calles del Barrio Gótico son filas continuas de turistas que hacen imposible el pasear por ellas; miles de personas colapsan las Ramblas y la Plaza Cataluña cargadas de maletas dificultando mucho cruzar por estas arterias centrales de la ciudad; turistas desnudos y borrachos son una estampa común en la Barceloneta; autobuses urbanos de línea que unen puntos turísticos –como los búnkeres del Carmel o el propio Parc Güell– abarrotados de grupos de turistas acompañados por guías que imposibilitan que ciudadanos que los utilizan rutinariamente puedan subir a los mismos…

Estampas similares a estas no sólo se dan en Barcelona, también en otros lugares del Estado, como el casco antiguo de Donosti, el centro de Madrid en determinados periodos del año o Palma de Mallorca, pero es en Barcelona donde más consecuencias está teniendo. El precio de la vivienda y el alquiler suben a un ritmo desorbitado; los comercios de los barrios cambian, ofreciendo productos a los turistas, aumentando los precios, terminando con las tiendas y bares tradicionales; los vecinos que no pueden hacer frente a tan elevado nivel de vida optan por marchar a la periferia cuando no a otros municipios adyacentes… Es el fin de la vida de barrio en muchas partes de la ciudad.

El turismo es, hoy, el principal problema para los barceloneses. Según el último barómetro semestral del propio Ayuntamiento de Barcelona, un 19 por ciento de las personas consultadas así lo consideran. Por primera vez desde el 2008, el paro y las condiciones laborales no encabezan el ránking de los problemas de la ciudad. Frente a esto, contrastan los buenos datos macroeconómicos que lanzaba hace unos días el Instituto Nacional de Estadística. En el primer semestre del año, un total de 36,3 millones de turistas extranjeros eligieron España como destino, un 11,6 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Del mismo modo, en cuanto a su gasto, los turistas extranjeros superan en un 14,8 por ciento la cifra récord del año pasado. En total, 37.217 millones de euros.

Mientras ingentes sumas de dinero y de turistas nos visitan, la precariedad laboral se cronifica en el sector en forma de alta temporalidad y de bajos salarios. Así lo señalaban los sindicatos mayoritarios en un informe con motivo del pasado Día Internacional del Turismo. La semana pasada conocíamos también el dato de que 4 de cada 10 españoles no pueden irse de vacaciones más de una semana. Más allá de titulares catastrofistas y de espectaculares aperturas de telediarios el debate está servido. ¿Qué modelo turístico se implementa si destruye la vida cotidiana en las ciudades que son destino de millones de turistas, si es perjudicial para el medio ambiente, si no genera unas mejoras laborales? ¿A qué modelo productivo, a qué burbuja, estamos volviendo?

Las reivindicaciones de Arran

En un comunicado, la organización juvenil asegura: “No estamos en contra de los turistas ni del turismo, nosotros también lo somos (turistas) y sabemos que viajar es una actividad humana que puede ser muy enriquecedora”. Por ello, catalogan el concepto turismofobia como “un concepto inventado que intenta desvirtuar una lucha completamente legítima y acusa a cualquier persona que se pronuncie contra la masificación turística de estar en contra de los turistas, criminalizando a las víctimas de este conflicto”. Justifican la acción porque “estas acciones de visualización a través de la polémica se hacen necesarias para plantear estos debates dentro de la esfera pública”. A la vista de la respuesta mediática, política y social, deben estar satisfechos con el cumplimiento de este objetivo.

Desde Arran también proponen algunas medidas para combatir el actual modelo turístico, del que dicen que está provocando una situación caótica e injusta en ámbitos como el laboral o el de la vivienda. Las medidas que proponen son la paralización de emisión de nuevas licencias hoteleras, una mejora de las condiciones laborales de los trabajadores en este sector, aumentar los impuestos a las empresas turísticas, prohibir la actividad de empresas con pisos turísticos y expropiar las principales empresas y activos turísticos de Cataluña, como Port Aventura u hoteles como El Vela o Las Arenas. Ante estas propuestas, Colau ha solicitado a Arran “una reflexión” y ayer se convocó una sesión extraordinaria de la Comisión de Presidencia, Derechos de Ciudadanía, Participación y Seguridad del Ayuntamiento para tratar el tema.

Otras reacciones al modelo turístico

Estos casos aislados no son el único ejemplo del hartazgo de amplios sectores de la ciudadanía con la saturación turística de la ciudad. El pasado mes de mayo, el barrio de Vallcarca mostraba su temor ante la inicipiente ‘turistificación’. Es un barrio tranquilo y alejado del centro, pero la proximidad del Parc Güell hace que cada vez sea mayor la presencia de turistas, lo que rápidamente conlleva a cambios en la zona, tales como encarecimiento de la vivienda y el alquiler o la ‘elitización’ del comercio. Ante estas circunstancias, algunas pintadas irónicas aparecieron en el barrio. “Gaudí hates you (Gaudí te odia)”, “¿Por qué la llaman temporada turística si no les podemos disparar?”, una señal que indicaba el Parc Güell en sentido contrario al real en el que se encuentra el parque…

Pero fue el 10 de junio, cuando varios colectivos sociales de distintos barrios barceloneses, organizados a través de la Coordinadora de Asambleas de Vivienda, confluyeron en una manifestación bajo el lema “Adéu BCN” y miles de personas salieron a las calles. “Lucha o exilio”, aseguraban en su manifiesto. “Esta ciudad no aguanta ver como año tras año nuestros barrios son presos del asalto por las fuerzas de ocupación turísticas, de la mano de promotores inmobiliarios y especuladores diversos que allanan el terreno, compran, asedian, desalojan y reforman pisos y bloques enteros sustituyendo espacios de vida por piezas de la máquina de hacer dinero en la que se ha convertido Barcelona. Expulsiones de vecinas, cierre de comercios de toda la vida, el panorama es desolador”, rezaba el texto de estos colectivos sociales.

Contra el independentismo

Las acciones de Arran y de otros colectivos, que si bien han servido para poner el debate sobre el modelo turístico sobre la mesa, también ha servido para que desde sectores y medios próximos al PP califiquen al movimiento independentista como radical y acusen al president de la Generalitat, Carles Puigdemont, de aliarse con radicales. El mismo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en declaraciones a los medios de comunicación la semana pasada, decía, en relación con la acción de Arran: “Lo peor no es que exista la CUP, que siempre puede haber un número de personas extremistas en una sociedad, lo peor es que la CUP haya condicionado el nombre del presidente de la Generalitat de Catalunya”. Y, por supuesto, un sinfín de artículos, noticias e intervenciones en tertulias han hecho hincapié en relacionar, de la manera que sea, el independentismo con la violencia.

Sin embargo, desde el Govern de JxSi pronto condenaron la acción del autobús turístico. El propio conseller de Empresa y Conocimiento, Santi Vila, del PDeCat, declaró: “La CUP se equivoca si no reprueba los hechos y lo hace muy mal. Perjudica muchísimo a la ciudad de Barcelona y a Cataluña, y tampoco ayuda al procés, porque todo aquello que supongan actos de violencia no tiene nada que ver con la agenda del procés”. PP y Ciudadanos decidieron echar más leña al fuego, haciendo hincapié en las diferencias entre los dos actores, JxSi y CUP, de la mayoría independentista. El divide y vencerás.

Otra lectura posible es que desde algunos sectores de la CUP buscan diferenciarse con JxSi, principalmente con el PDeCat, ante el desgaste de aparecer conjuntamente en todo lo relativo al referéndum del 1-O con este partido de derechas. Buscarían un perfil propio y, por ello, confrontan en este aspecto del turismo, como en otros muchos, con la antigua Convergència. Desde ERC, el diputado Joan Tardà, en una reciente entrevista con este medio, aseguraba sobre las acciones de Arran: “No tiene ningún sentido, es absurdo, ridículo y contraproducente”. Pero también añadía, quejándose de intoxicación informativa: “Con el proceso se puede estar de acuerdo o no, pero el proceso es cívico y democrático y se han hecho grandes movilizaciones sin que se haya roto una papelera”.

Campaña por el ‘sí’

En este sentido, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) presentaba la semana pasada la campaña por el ‘sí’ a la independencia en el referéndum previsto para el 1-O. Su presidente, Jordi Sánchez, acompañado de representantes de otras organizaciones políticas y sociales independentistas, resaltó en numerosas ocasiones el carácter “democrático”, “cívico” y “pacífico” de la campaña y las movilizaciones independentistas. Para ello, hizo referencia a las multitudinarias manifestaciones que se han ido celebrando los días 11 de septiembre de los últimos años con motivo de la Diada catalana. Tal y como había adelantado cuartopoder.es, esta campaña tomará mayor protagonismo una vez pase la Diada del 11 de septiembre, cuando se celebrarán tres actos principales que se prevén multitudinarios. Además, tendrán lugar muchos actos menores por toda la geografía catalana.