¿Por qué la sobrina de Le Pen lanza sus redes en España?

Marion Maréchal-Le Pen abrirá en Madrid la primera sede en el extranjero del instituto ultra que dirige en Lyon. Una iniciativa apoyada por dirigentes de Vox con la que persiste en su batalla por las ideas y su voluntad de unir las derechas.

Marion Maréchal Le Pen junto a Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza, colaboradores de Santiago Abascal.

Marion Maréchal Le Pen junto a Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza, colaboradores de Santiago Abascal.

La noticia se rumoreaba desde finales de diciembre, pero se concretó a través de un tuit. «Hoy terminamos los trámites administrativos con el equipo español para crear ISSEP Madrid», aseguraba el 29 de enero en su cuenta de Twitter Marion Maréchal-Le Pen. Una imagen que iba acompañada de una fotografía en que la sobrina de Marine Le Pen aparecía sonriendo al lado de Kiko Méndez-Monasterio, mano derecha de Santiago Abascal, y el periodista ultraconservador Gabriel Ariza. Era el certificado de nacimiento de la filial en Madrid del Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas (ISSEP), la escuela política impulsada en Lyon por la pequeña del clan Le Pen. Y que ahora desembarca en España de la mano de Vox.

El ISSEP es la vitrina de la guerra cultural llevada a cabo por la joven Maréchal-Le Pen, de 30 años. Fundado en junio de 2018, este centro presume de ser el «Sciences Po de derechas», en referencia a la famosa universidad francesa de ciencias políticas y sociales. Pero en realidad se trata de una modesta escuela que cuenta con unas pocas decenas de estudiantes. Su matrícula cuesta 5.500 euros al año y los estudios de máster que se imparten ni siquiera permiten obtener un diploma con reconocimiento oficial.

«Representa una minúscula gota de agua en el ámbito de la educación universitaria francesa», explica a Público Michael Henry, autor del libro La nièce. Le phenomène Marion Maréchal-Le Pen (La sobrina. El fenómeno Marion Maréchal-Le Pen). Este periodista independiente subraya el contraste entre las reducidas dimensiones de este proyecto y «el gran interés mediático que ha suscitado». «Es sobre todo un elemento de comunicación», añade. Un escaparate para la pequeña de los Le Pen, que no ha dejado de moverse entre bambalinas desde que en mayo de 2017 abandonó la primera línea del Frente Nacional (ahora rebautizado Reagrupación Nacional), la formación ultraderechista liderada por su tía y fundada por su abuelo Jean-Marie Le Pen.

Interés repentino por España

«Me imagino una alianza latina entre Francia, España, Italia y Portugal. Una alianza latina que camine al lado de los países del Visegrado», defendía Maréchal-Le Pen el 5 de febrero en la Conferencia nacional-conservadora, que reunió a algunas de las vedettes de la extrema derecha europea, como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, o la italiana Georgia Meloni, líder de Hermanos de Italia. Aunque nunca antes había sentido un interés especial por España y a finales de 2018 reconocía en El Confidencial que conoce «muy poco a Vox», abrirá en Madrid la primera delegación en el extranjero de su escuela. Una operación impulsada por el entorno de Abascal junto a Javier Tebas Llanas, hijo del presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas Medrano.

¿A qué se debe este interés repentino de Maréchal-Le Pen por España? Se ve motivado, sin duda, por el crecimiento de Vox. «Pero también le interesa especialmente la apertura del Partido Popular al discurso de la ultraderecha. Este proyecto de la unión de las derechas que desea para Francia se está haciendo realidad en España», asegura el politólogo Jean-Yves Camus, director del Observatorio de las radicalidades políticas de la Fundación Jean-Jaurès, sobre la celeridad con la que el partido de Pablo Casado aceptó llegar a acuerdos con la formación de Abascal.

Pese a su auge electoral, la Reagrupación Nacional (RN) cuenta con una escasa presencia en puestos de gobierno. Un aislamiento institucional que se debe tanto al sistema electoral francés (mayoritario a doble vuelta) como al cordón sanitario del resto de partidos. Salvo casos esporádicos en los ochenta y noventa, la derecha gaullista siempre se ha opuesto a pactar con los ultras. Romper este cordón sanitario y lograr un frente amplio entre la derecha y la extrema derecha es el sueño húmedo de Maréchal-Le Pen.

La joven ultraderechista organizó en junio del año pasado —y su entorno reveló a la prensa— una polémica reunión con una quincena de cargos electos de Los Republicanos (LR, el equivalente del PP en Francia). A finales de septiembre se erigió en la estrella de la convención de la derecha. Impulsado con la ambición de recomponer a nivel partisano e ideológico todo el espectro de actores a la derecha de Macron, este mediático acto contó, sin embargo, con una escasa presencia de dirigentes de LR y la RN. Y degeneró en un aquelarre de las ideas más xenófobas y conservadoras.

«Más radical» que Marine Le Pen

La decisión de instalar su escuela en Lyon se vio influida por «la importante presencia de la derecha identitaria», indica Henry. La ciudad del Ródano fue en 2013 la punta de lanza de la ola de manifestaciones contra la legalización del matrimonio homosexual. Ésta cuenta con grupos monárquicos e influyentes círculos católicos y conservadores vinculados al cardenal Barbarin, así como el entorno de Charles Millon, un expresidente conservador de la región de Lyon que gobernó en los noventa gracias al apoyo de la ultraderecha. Un espacio que orbita entre la derecha y la extrema derecha en el que quiere enraizarse Maréchal-Le Pen. «Aunque sus ideas son más radicales que las de su tía Marine, no se considera de extrema derecha», recuerda Henry.

Según el diario local de investigación Mediacités, círculos de empresarios de la región de Lyon financiaron la creación del ISSEP. Una búsqueda de fondos en la que tuvo un rol clave el grupo Audace, creado en 2014 para hacer converger el mundo empresarial con el Frente Nacional, pero que ahora se ha puesto al servicio de los intereses personales y políticos de Marion. También contribuyó en hallar financiamiento el político y empresario Charles Beigbeder, exdirigente de Los Republicanos y accionista en varios medios de derechas. Unos mecenas, cuya identidad no ha sido revelada, que financian el ISSEP, la punta de lanza de la «guerra cultural» de la pequeña del clan Le Pen.

«Para ella, es fundamental ganar las mentalidades antes de ganar los votos», afirma Camus sobre la predilección de Maréchal-Le Pen por las tesis de Antonio Gramsci, más citadas que leídas, sobre la hegemonía cultural. Una batalla por las ideas que tiene un claro adversario: el Mayo del 68. Considera que los avances sociales que empezaron entonces «impregnaron a toda una generación», sostiene Camus. Por este motivo, se opone a los nuevos modelos de familia o los derechos de las minorías (LGBTI, migrantes, etc). Esta posición resulta parecida a las críticas de Vox a la «dictadura progre». Y sus pullas constantes contra el feminismo, ecologismo o personas migrantes, que a menudo lograron magnetizar a PP y Ciudadanos.

La «unión de las derechas», según Maréchal-Le Pen, debe empezar por una recomposición ideológica. Una renovación de ideas inspirada en los partidos neoconservadores de Europa del Este, como la formación polaca Ley y Justicia o el húngaro Fidesz. Según denuncia Orbán, los conservadores europeos han hecho demasiadas concesiones a la izquierda siguiendo la estela de Angela Merkel. Apuesta por crear un «nuevo movimiento europeo cristianodemócrata», que se basaría en reinstaurar una Europa cristiana y en un antiliberalismo a nivel social. Unas ideas con las que casa perfectamente tanto Abascal como la pequeña de los Le Pen.

Lejos de la política hasta 2022

Además de su escuela, que por sus dimensiones modestas solo forma a un número reducido de cuadros, Marion pretende impregnar sus ideas en los medios. Su entorno creó en 2017 la revista mensual L’Incorrect, el primer medio francés que entrevistó a Abascal. Mantiene también una estrecha relación con una nueva generación de periodistas franceses, con una visión ideológica muy conservadora y gran presencia en tertulias y redes sociales. Es el caso de Charlotte d’Ornellas, de 33 años, de la revista Valeurs Actuelles; Geoffroy Lejeune, de 31 años, jefe de redacción de esta misma revista ultraconservadora; o Eugénie Bastié, de 28 años, del diario conservador Le Figaro.

También es más que conocida su sintonía con Stephen Bannon, el incendiario exconsejero de Donald Trump que durante años dirigió Breitbar News, un medio que presentaba como «favorable a la América blanca, antihomosexuales, antifeminista y antirefugiados». No solo el británico Raheem Kassam, cercano a Bannon, forma parte del consejo académico del ISSEP de Lyon, sino que el estadounidense y la francesa comparten su voluntad de poner en contacto a nivel internacional los distintos movimientos de extrema derecha. Una internacional nacionalista que por ahora no ha fructificado. El proyecto The Mouvement, con el que el exconsejero de Trump pretendía unir las distintas ultraderechas europeas, ha resultado un fracaso. De hecho, Bannon y Maréchal-Le Pen comparten su habilidad por vender humo.

Pese al gran interés que suscita en los medios, a Marion le espera una travesía por el desierto político. «No volverá a la primera línea hasta después de 2022. Maréchal-Le Pen no quiere correr, ya que solo tiene 30 años», asegura Camus. Ella ha negado en múltiples ocasiones que desee disputarle a su tía el liderazgo de la ultraderecha antes de los próximos comicios presidenciales, a pesar de sus diferencias estratégicas y personales. Con la victoria de la RN en las europeas del año pasado y el anuncio en enero de que Marine será candidata en 2022, quedaron zanjadas buena parte de las críticas hacia la actual líder.

Mientras tanto, Maréchal-Le Pen deberá centrarse en su guerra cultural. Una batalla por las ideas que ha echado el ancla en España.


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