Primeros positivos en coronavirus de trabajadores de supermercados

Las plantillas denuncian indefensión, mientras los sindicatos siguen pendientes de que se cumplan todas las medidas exigidas por las autoridades. La patronal alaba el «comportamiento cívico de los clientes», que los representantes de los trabajadores niegan.

Una mujer hace la compra en un supermercado de San Sebastián. EFE/Javier Etxezarreta

Una mujer hace la compra en un supermercado de San Sebastián. EFE/Javier Etxezarreta

Los trabajadores de los supermercados denuncian que las avalanchas de clientes de la última semana, ávidos de papel higiénico y conservas, les han dejado desprotegidos, en un momento en que, además, lidiaban con un considerable incremento en su carga de trabajo. Se quejan de que las medidas tomadas por las empresas se hicieron esperar hasta el viernes 13 de marzo, a su juicio insuficiente dado el plazo de incubación del coronavirus, momento en que centenares de trabajadores, entre los que empiezan a sucederse las bajas, ya habían estado expuestos a miles de compradores que no portaban ningún tipo de protección.

Los principales sindicatos apuntan que la situación se ha estabilizado y dejan para el futuro a medio plazo las decisiones de la patronal en cuanto a la compensación económica que recibirán sus trabajadores debido al esfuerzo realizado a lo largo de estos días, pero advierten que en unos días se verán realmente las consecuencias que acarreará entre el personal la laxitud de las medidas tomadas.

Además, inciden en que los guantes y las mascarillas están empezando a ser  repartidos ahora entre la plantilla, un colectivo que empieza a ver cumplida una de sus principales demandas: establecer un aforo máximo de personas dentro de la tienda.

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Varias voces anónimas han sacado a la luz las condiciones en que los trabajadores de los supermercados se han visto obligados a desempeñar su función, no tanto desde el fin de semana sino durante la casi histeria colectiva protagonizada desde el 9 de marzo. “Aunque no se están usando mascarillas, el uso de guantes se extendió a todo el área del supermercado ese lunes, y el desinfectante de manos tan solo es común desde la misma fecha”, comenta a Público un trabajador de la marca Aldi en Madrid.

Personal expuesto al virus

Las mascarillas, en concreto las FFP2 y FFP3, aíslan a la persona que las porta del contagio del Covid-19, pero éstas no han sido repartidas entre el personal, que se queja de que cualquier portador del virus que aún se encuentre en el periodo de incubación, y por ende asintomático, lo ha podido transmitir durante estas jornadas en la que los supermercados se han visto desbordados. Según apunta el trabajador antes mencionado, “el uso de mascarillas no se ha prohibido expresamente pero tampoco se ha dotado al personal con las mismas, así que quienes las utilizan es por decisión propia».

Parecido es el relato que aporta otro trabajador de la capital en la cadena Ahorra Más, que también pide el anonimato. Sobre el uso de guantes dice: “Siempre los hemos podido utilizar, pero no era obligatorio. Ahora su uso sí que lo es desde el día 14″. Y sobre la utilización de mascarillas agrega que aún no se las han entregado.

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El desinfectante o hidrogel también se postula como imprescindible en este tipo de comercios donde la contaminación de las manos es algo constante. En este sentido, el trabajador de Ahorra Más denuncia la laxitud de la empresa en cuanto a su uso: “No teníamos ni un solo bote hasta que lo trajeron a la venta la semana pasada pero, dependiendo de cada jefe de venta, o lo vende como un producto más del centro o lo reserva para el uso propio del personal”.

Se ha triplicado el número de clientes

Los dos testimonios coinciden en que, al menos durante los días comprendidos entre el 9 y el 13, los supermercados han constituido un gran foco de contagio. En este sentido, el trabajador de la marca Ahorra Más indica que la cantidad de personas con las que puede llegar a estar en contacto cualquier reponedor o cajera depende del tamaño del comercio. En su caso, describe su centro de trabajo como mediano, y señala que si antes se cruzaba con unas 200 personas en su jornada laboral, ahora esa cifra se dispararía hasta las 600.

“Son muchos los trabajadores contagiados, y los que caerán en los próximos días en prácticamente todas las cadenas de supermercados». Así de tajante se muestra Cristina Estévez, responsable de grandes almacenes en UGT, que asegura tener constancia que, en una sola cadena de distribución, el viernes 13 ya eran 130 las personas contagiadas.

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Aurora Richarte, secretaria general de la sección sindical estatal de CCOO en el Grupo Día, comparte la afirmaciñon de su compañera ugetista y asegura que “ahora empiezan a dar positivos ellas, las cajeras”, aunque aún no manejan un número concreto de trabajadoras con el coronavirus.

Primas por el incremento de la carga de trabajo

El pánico colectivo infundado de la semana anterior también ha tenido consecuencias en el rendimiento exigido a las plantillas de los supermercados. En el caso de Ahorra Más, el operario consultado indica que la facturación se ha podido multiplicar por tres cuando, evidentemente, el personal era el mismo. Su homólogo en Aldi también aporta algunas cifras aproximadas al respecto cuando dice que “el incremento de afluencia se ha doblado durante la semana y ha subido al 50% a lo largo del sábado y el domingo».

Ángeles Rodríguez, responsable del sector de supermercados de CCOO, se muestra en la misma estela que los trabajadores calificando la carga de trabajo como “salvaje y bestial». Por ello, algunos empresarios están barajando la decisión de introducir algún tipo de plus en los sueldos de estos trabajadores. Tal y como declara esta última, “Mercadona ya ha anunciado que va a dar una prima a sus empleados, y otras empresas regionales del sector también lo van a hacer».

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En este sentido, Estévez, advierte de que esa prima esconde que no se estaban cumpliendo las medidas de prevención, ni entre el personal ni por parte de la clientela, y “la salud de los trabajadores no se compra con dinero”, enfatiza. Rodríguez describe la carga de trabajo como “salvaje y bestial” y aplaza para el medio plazo el momento de tratar este hecho con las empresas.

Medidas de la patronal

La sindicalista de CCOO se congratula de las decisiones adoptadas por los empresarios de cara a la seguridad de sus propios trabajadores: “Ahorra Más ha puesto una especie de pantalla a sus cajeras para protegerlas, la distribución de guantes y mascarillas entre la plantilla se está llevando a cabo y muchos comercios han establecido un aforo máximo en la tienda”. En relación a las denuncias esgrimidas por los trabajadores en torno a la falta de material de protección, Rodríguez lo justifica argumentando que “el problema del desabastecimiento ha sido general y se ha acrecentado con las avalanchas de público que se han sucedido”.

Algo distinto es lo que denuncia Estévez: “La seguridad total no está garantizada. Por ejemplo, en Carrefour han hecho el paripé de cara a la galería de controlar el aforo, pero en realidad no lo hacían. Hemos amenazado con convocar a los medios y hacer un llamamiento a la población para que no comprara en esa cadena, y hemos avisado a la Policía y la UME; y ahora parece que sí lo están cumpliendo».

Asimismo, la sindicalista de UGT se congratula de las medidas adoptadas en la firma Eroski, ya que “es el único supermercado que ha restringido el número de productos que puedes adquirir para evitar compras innecesarias y ha reducido su aforo a menos de un tercio de la capacidad legal del local». Esta era una de las demandas de los sindicatos,  concretamente la concerniente a la “limitación de aforo en supermercados y grandes superficies aplicando el criterio de 2 metros de diámetro de distancia entre personas».

Llevando a la práctica esta medida, se evitaría una estampa así descrita por el operario de Ahorra Más: “No se puede permitir que un reponedor se vea rodeado por casi 20 personas preguntándole dónde están las cosas sin guardar la distancia de seguridad”.

Los empresarios felicitan a los consumidores

Desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDA), configurada como la entidad en la que se organizan los dueños de las grandes cadenas de distribución, han emitido un comunicado público en el que destacan “el comportamiento cívico de los clientes”. Esta postura choca frontalmente por lo aducido por Richarte, que afirma que “se han producido situaciones de confrontación con compradores que no entienden la decisión del aforo”.

Es ella misma la que pide un poco de respeto para el personal de sala de los establecimientos porque “a todas las cajeras les gustaría estar teletrabajando, pero están ahí dando un servicio y abasteciendo a la población”, en sus propios términos. Por este motivo, tacha de deplorables algunas situaciones acaecidas antes de este viernes, tales como el hacer cola a primera hora del día para entrar cuanto antes y en manada a las tiendas, y que les quitaran los productos de las manos a los reponedores. El ejemplo que mejor describe la insolidaridad y la nula adecuación del comportamiento exigido dada la coyuntura actual se ha producido en Catalunya, cuando “un comprador ha llegado a escupir en la cara a una trabajadora cuando intentaba regular el aforo de la tienda”, en palabras de la sindicalista de CCOO.

Algo en lo que coinciden tanto desde la patronal como los dos trabajadores que han ofrecido su testimonio es en el aviso que hacen a la población basado en que «no es necesario hacer acopio de alimentos». Evidentemente, desde la asociación empresarial han rehusado pronunciarse sobre las situaciones expuestas por las diferentes plantillas de los supermercados ni por las presiones que los sindicatos han tenido y tienen que realizar para que se cumplan las medidas adoptadas.


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