VTC y taxis, historia de una batalla

La huelga de los taxistas, que terminó el pasado miércoles en Barcelona, ha dejado un sector del taxi dividido y ha vuelto a poner en el centro del debate el papel de las nuevas empresas como Uber y Cabify.

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Día de huelga del sector del taxi en Barcelona // Maria Rosa Tura Cardeñas

Después de 6 fríos e intensos días de huelga, el pasado miércoles, mediante una votación muy ajustada, los taxistas decidieron levantar el parón. Aunque ha sido durante la última semana que a través de los medios hemos vivido un bombardeo constate de información y desinformación sobre el conflicto entre taxistas y VTC (Vehículos de Turismo con Conductor), el problema viene de lejos.

En el año 2009, con el presidente Zapatero a la cabeza del gobierno, se aprobó la Ley Ómnibus, la cual facilitó la obtención de nuevas licencias VTC. Esta medida neoliberal provocó que pasase de 1/30 (una licencia VTC para cada 30 de taxis) a 1/9 la proporción de licencias entre VTC y taxi, aumentando así, de forma exagerada, la presencia de estos nuevos conductores en las calles y poniendo en una situación alarmante al sector del taxi.

Es a finales de julio del año pasado que, a partir de un recurso presentado por la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC), el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya decide suspender un nuevo reglamento aprobado por el Área Metropolitana de Barcelona que buscaba establecer de nuevo la proporción 1/30, provocando así la salida de los taxistas a la calle.

Después de tres días ocupando la Gran Vía de Barcelona, los taxistas acuerdan levantar la huelga, habiendo conseguido que el Ministerio de Fomento acordase traspasar las competencias sobre los reglamentos en relación a las VTC a las comunidades autónomas y ayuntamientos.

De vuelta a la Gran Vía

El pasado viernes 18 de enero y después de una reunión con el Consejero de Transportes Damià Calvet, los taxistas convocaron una asamblea que terminó dando paso a la huelga indefinida y la ocupación de la Gran Vía de Barcelona.

La principal demanda fue la aplicación de la Ley de Transportes que dictamina que solo puede haber una licencia VTC por cada 30 de taxis

Los taxistas argumentaron que el decreto ofrecido por el Gobierno de Cataluña ofrecía unas condiciones muy similares al servicio de taxistas y al de conductores con licencia VTC. Ellos solicitaron que estos conductores no puedan ser geolocalizados por los clientes ni puedan dar vueltas por la ciudad, ya que es un servicio distintivo de las taxis, pidiendo así un aumento de 15 minutos a seis horas para su precontratación. Más allá de eso, la principal demanda con la que los taxistas empezaron la huelga fue la aplicación de la Ley de Transportes, que dictamina que solo puede haber una licencia VTC por cada 30 de taxis.

Después de casi una semana de huelga, el miércoles se decidió levantar el paro. La decisión se tomó mediante una votación que dejo clara la división dentro de los taxistas barceloneses, ya que de los más de 4.700 votos emitidos 2.508 han sido a favor del final de la huelga y 2.177 en contra.

Desde dentro

Para conocer esta realidad, hablamos con dos miembros de la CNT Taxi Barcelona, Jordi Martí y Genís Navarro. Ellos, pequeños autónomos del taxi, nos cuentan que aunque apoyaron la huelga, sienten fuertes discrepancias con el proceso de su convocatoria y la gestión de esta. “La plataforma Élite convocó la huelga indefinida sin tener en cuenta a los diferentes representantes del taxi en Barcelona”, nos cuenta Navarro. Además, denuncian que Élite no comunicó formalmente del paro al departamento de Trabajo de la Generalitat, dejando así desamparados a los trabajadores asalariados. No fue hasta el miércoles que se registró la vaga a través del sindicato CNT.

Martí, explica que aunque desde la administración se haya querido desviar de las propuestas iniciales, desde la CNT siguen apostando claramente por la principal demanda, la aplicación de la Ley de Transporte según la cual solamente puede haber una licencia VTC por cada 30 de taxis. Ya que, según ellos, es la forma más efectiva de regularlo.

Aunque ambos sindicalistas entrevistados son autónomos, nos cuentan que la precarización constante de sus compañeros asalariados es un hecho. Estos trabajan para sectores de empresarios que cuentan con grandes flotas de taxis y que gestionan la licencia a forma de negoció. Además añaden que es la precarización provocada por estos sectores empresariales la que causa el empeoramiento de algunos servicios. Martí nos explica también que muchos de ellos fueron los que votaron a favor de levantar la huelga, ya que, en palabras del sindicalista, “buscan la inmediatez en la factura y además algunos de ellos disponen de licencias VTC”.

«Si Cabify y Uber se apoderan del sector, en poco tiempo veremos un gran aumento en el precio de los desplazamientos, ya que estos no estarán regulados», explican los taxistas

Por otra parte critican la concentración que estos días están realizando los conductores de Uber y Cabify en la Avenida Diagonal de Barcelona. Afirman que no se trata de una huelga, sino de un paro patronal, argumentando que la dirección de dichas empresas ha ordenado directamente a los conductores que se mantengan ocupando la avenida.

“Si Cabify y Uber se apoderan del sector, en poco tiempo veremos un gran aumento en el precio de los desplazamientos, ya que estos no estarán regulados”, explican los dos taxistas. Además ambos también coinciden en vaticinar una muerte no muy lejana para el mundo del taxi si no se consigue una regulación adecuada. Concluyen advirtiendo de una nueva huelga durante el Mobile World Congress si el Gobierno Catalán no se ha pronunciado antes de esa fecha.

Capitalismo Colaborativo

Si una cosa va de la mano de esta nueva cara del sistema capitalista es seguramente una nueva retórica muy inteligentemente utilizada. Y como ejemplo las nuevas empresas como Uber y Cabify, que nacieron debajo del engañoso nombre de “economía colaborativa” o “capitalismo colaborativo”, y que encajan de una forma ideal con conceptos como “emprendedor” o “trabajador-empresario” promovidos desde hace años por el neoliberalismo.

Estas nuevas empresas, donde también podemos encontrar famosas plataformas virtuales como BlaBlaCar o Airbnb, basan su actividad en la gestión del acceso a un producto o servicio determinado, sin disponer de él. A este tipo de actividad económica se le ha bautizado como uberización. En el caso que nos afecta, Cabify y Uber, no disponen ni de licencias VTC ni de flotas de coches, solo se dedican a establecer el contacto entre el cliente y el conductor.

Detrás de todos estos negocios autonombrados “colaborativos” encontramos grandes capitales financieros, fondos de inversión y una eliminación sistemática de derechos laborales

Algunas de estas plataformas esconden ideas que podrían ser un ejemplo claro economía colaborativa real, como es el caso de Airbnb, que podría suponer el inicio del camino a un acceso menos desigual a la vivienda, pero eso parece no ser posible dentro de la lógica del sistema.

Detrás de todos estos negocios autonombrados “colaborativos” encontramos grandes capitales financieros, fondos de inversión y una eliminación sistemática de derechos laborales. Entre muchas otras cosas, estas empresas han jugado con la gestión del papel de los “falsos autónomos”. Hecho que provoca perdida de todos los derechos como trabajadores, ya que ahora pasan a ser “empresarios”. Y es que, más allá de las historias románticas que venden a los grandes empresarios de Uber, Cabify… como nuevos emprendedores y justifican sus enormes beneficios por su inteligencia o por su capacidad de adaptación al mercado, encontramos la verdadera clave de su éxito en la precarización laboral y el pago de impuestos en paraísos fiscales.


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