- El escritor y periodista es partidario de que en la izquierda en torno a UP se abra «un escenario de frentes amplios en el que se incluya al resto de fuerzas progresistas»
- Considera que Pedro Sánchez «ha demostrado ser un estadista hábil» a pesar de que «cuando apareció en política, casi ninguno nos lo creímos»
- Considera «imperdonable» que Pablo Casado lance «constantemente mentiras y manipulaciones de tono ultraderechista»
Cómo lo ve… Daniel Bernabé / El escritor y periodista analiza con infoLibre la actualidad política.
La firma de Daniel Bernabé (Madrid, 1980) casi nunca pasa desapercibida. Tanto a través de sus libros como en sus colaboraciones en diferentes medios digitales ha conseguido reunir a un gran número de seguidores dentro del espacio de la izquierda menos convencional y menos ortodoxa. Desde hace unos meses escribe semanalmente en infoLibre, donde siempre aborda la realidad desde una perspectiva original y abierta a la reflexión. En estos últimos años, algunos de sus puntos de vista han sido acompañados de extendidas polémicas que no han hecho más que reafirmar su capacidad para poner en tela de juicio cualquier intento de imponer un pensamiento dirigista, único y previsible.
La vida post-pandemia
«Esta pandemia nos ha revelado algo muy importante: la percepción de que la idea neoliberal está en sus momentos finales. Durante mucho tiempo se nos había dicho que esta sociedad no necesitaba servicios públicos, que la economía podía dirigirse hacia lo especulativo sin mayores problemas y que la sociedad no existía, que la comunidad era una antigualla que no teníamos que tener en consideración. Resulta que esta pandemia nos ha vuelto a poner las prioridades encima de la mesa explicándonos de una forma muy dura que todo eso es necesario. Ahora bien, hay unas resistencias muy grandes a precisamente poder cambiar este modelo. En este momento de interludio está claro que estamos viviendo una época de cambios, pero también vamos a vivir un cambio de época. Eso es lo importante».
El Gobierno de Sánchez
«Es complicado ahora hacer una valoración general de este Gobierno, fundamentalmente porque la legislatura en sí misma ha empezado este año en términos reales. La primera parte, el primer año, este Ejecutivo se encuentra con la crisis pandémica, que es una absoluta anormalidad y una situación extremadamente difícil. Ahora, el Gobierno en sí mismo tiene dos facetas. Una de ellas es la visión liberal o socioliberal de Nadia Calviño y otra la socialdemócrata de Yolanda Díaz. Y esos dos polos son los que veo que al final marcan el resto de cuestiones. Pedro Sánchez, sin duda alguna, es un político que ha ido ganando con el paso del tiempo. Ha demostrado ser un estadista hábil. Creo que cuando apareció en política, alrededor del 2015, casi ninguno nos lo creímos. Nos pareció una figura prácticamente decorativa. Ha demostrado, y eso hay que reconocérselo tras esta crisis durísima, ser un presidente bastante solvente».
Unidas Podemos sin Iglesias
«A Iglesias se le convirtió en el enemigo público número uno. Más allá de lo que pensemos sobre sus propuestas concretas, sobre su actividad política como ministro y como vicepresidente, creo que se creó un personaje alrededor que no le correspondía y eso es injustísimo. Su salida política es una salida a medias, porque su vuelta mediática supone seguir haciendo política por otros medios, en este caso en el frente comunicativo. La situación es compleja, porque ahora mismo el liderazgo de Yolanda Díaz aún está por ver. Luego se abre un escenario en el que a mí me parece muy bien que se hable de frentes amplios y en el que se incluya al resto de fuerzas progresistas, es decir: Más País, Mónica Oltra, Ada Colau, y el resto digamos de actores que pueda haber en la política nacional desde el progresismo».
El PP de Casado
«Creo que no hemos sufrido una derecha tan irresponsable, y hablo del Partido Popular, en los cuarenta años de democracia que vivimos. Creo que Pablo Casado y el actual PP han cometido el tremendo desbarajuste de legitimar la ultraderecha. Casado es una figura que objetivamente sólo ha obtenido derrotas electorales, una tras otra, salvo en las elecciones madrileñas. Juega en esa tensión permanente entre pretender ser un hombre de Estado y tener que escorarse más a la derecha, por la presión y el populismo de Ayuso y de Vox. Ahora, y esto bajo mi punto de vista es imperdonable, un líder político que quiere ser presidente de un país no puede lanzar constantemente mentiras y manipulaciones de tono ultraderechista».
La ascensión de Díaz Ayuso
«Opino que la derecha es paciencia y dinero. Ayuso no es más que el culmen o el último eslabón de una larga cadena que empieza con Aznar, con un proyecto de restauración reaccionaria que él y FAES ponen en marcha ya en su última legislatura. Lo que pretende es retrotraer a España a un estado anterior al 78, a un proyecto reaccionario y autoritario de país. La presidenta madrileña básicamente persigue un un cambio de modelo social con Madrid como uno de los mayores experimentos neoliberales de Europa. Aquí se ha instaurado la sensación en muchos ciudadanos del «sálvese quien pueda». Ayuso tiene más que ver con Donald Trump que con la democracia cristiana».
La ultraderecha
«Creo que en España no hay hoy más ultraderechistas de los que había hace quince o veinte años. La diferencia está en que se expresan diáfanamente, pero eso tiene un factor de arrastre hacia otras personas. Vox es un partido descivilizatorio. Es una formación que ha venido a transformar España en algo en lo que básicamente tres cuartas partes del país no caben. Ahora, creo que a Vox no se le tiene que tener miedo si se aplican políticas sociales ambiciosas. Creo que lo que hay que lograr es un frente común, evidentemente trazado desde el concepto de que al final las políticas de izquierdas son útiles y transforman la vida de la gente para mejor. Nos jugamos no solo una sociedad más estable, sino derrotar a la ultraderecha. Se equivocaría quien piense que a la extrema derecha se la puede derrotar sin ese tipo de políticas».
La polémica sobre el precio de la luz
«Nos enfrentamos -no solamente en España- a una crisis de legitimidad de la democracia liberal. Y nos enfrentamos a una crisis de legitimidad fundamentalmente porque un sistema político tiene que proporcionar a sus ciudadanos unas ciertas estabilidades en su vida y que esto no sea vivir constantemente a salto de mata. ¿Cómo es posible que un gobierno soberano no pueda intervenir en el mercado eléctrico para que los precios sean razonables? Es que ya no estamos ni pidiendo la nacionalización de las eléctricas. Simplemente, este Ejecutivo está actuando para regular algo los precios y para que esas eléctricas no ganen todo lo que están ganando a costa de los consumidores y de los ciudadanos. ¿Qué tipo de leyes o qué tipo de legislación se ha construido en la Unión Europea para que siempre esté a favor de la gran empresa? Considero que las últimas medidas que se han tomado son medidas correctas y van en la buena dirección».
Bloqueo a renovar la justicia
«Cada vez que el PP no gobierna pone enormes trabas para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. El CGPJ no es el órgano del gobierno de los jueces como se dice habitualmente. Es un órgano que se creó en la época constituyente para que el Ejecutivo no tuviera que abordar cuestiones como el nombramiento de los jueces, imponer una serie de penas a los mismos o un código de buena conducta. Por eso se crea. No hay una cuestión técnica de si los magistrados tienen que ser elegidos por ellos mismos. Lo que tendríamos que ver es por qué la carrera judicial tiene un importantísimo sesgo de clase. Hay veces que se tiene la sensación de que en España existe algo parecido a un Estado profundo que va más allá de sus atribuciones y cree que puede imponerse sobre la soberanía popular. Eso es peligrosísimo».
Cataluña
«La gente está muy cansada de esto. Y esto es el conflicto en Cataluña. Sé que esto en Cataluña no es agradable escucharlo. Creo que hay gente en Cataluña que también está muy cansada de esto. Creo que fuera, en el resto de España, se ha despertado un cierto sentimiento de hartazgo porque hay problemas sociales de primer orden y se percibe que se pierden demasiadas energías en algo que no se acaba de entender o que se impone permanentemente en la agenda pública al resto de cuestiones. Hay que ser realistas. Los independentistas no van a conseguir la independencia. Pero, desde el resto de España, tenemos que comprender que hay una parte grande de la sociedad catalana que ha roto con España. Y para unir esas dos cuestiones hay que llegar a un punto intermedio que además sea duradero».
El reto de la izquierda
«Venimos de un momento donde el progresismo se centraba sobre todo en las diferencias, en destacar esas diferencias. Vivimos en sociedades naturalmente diversas y está bien que así sea. Lo cual implica que el motivo por el que la izquierda existe sea buscar la igualdad, conseguir crear un sujeto político común en el que mucha gente muy diferente tenga unas metas compartidas. Y esa meta compartida tiene que ser la igualdad. Esto va a costar y creo además que en esta época de cambios, en este cambio de época que estamos viviendo, vamos a ver monstruos, fantasmas, y vamos a sentir conmociones muy importantes. Pero creo que vamos hacia una nueva época de la igualdad. Lo que no puede ser es que esté habiendo movimientos en China y en EEUU y todavía haya parte de la Unión Europea que esté anclada en la filosofía de los recortes sociales y de la economía neoliberal. Estamos en una época muy interesante».
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