El 77% de las empleadas de hogar internas trabajan más de 60 horas semanales

Isabel Otxoa | 21-06-2014 | https://www.diagonalperiodico.net/global/23248-la-urgencia-descentralizar-cuidado.html

El Estado español no ha ratificado el convenio sobre empleo del hogar de la OIT para ahorrarse prestaciones si el empleador es insolvente.

El 16 de junio se cumplieron tres años de la aprobación del Convenio 189 de la Organización Interna­cional del Trabajo (OIT) sobre empleo del hogar. El Estado español no lo ratifica porque le obligaría a reconocer la prestación de desempleo y las del Fondo de Garantía Salarial en caso de insolvencia del empleador.

El resto de derechos del Convenio 189, como el contrato escrito detallando tareas, jornada, salario, la garantía de los descansos, salud laboral o descuentos de manutención no abusivos, están ya casi todos recogidos en la legislación española y se incumplen sin consecuencias, gracias a una Inspección de Trabajo que no investiga y unos Juzgados de lo Social que citan tan tarde que quiebran la capacidad de resistencia de cualquiera que no tenga reservas y viva al día.

En el empleo del hogar se ampliaron derechos a partir de 2012, pero la correlación de fuerzas no cambió y con la crisis es aún más favorable a la parte empleadora. En el trabajo externo sigue siendo común la falta de alta en la Seguridad Social, y un tercio de las trabajadoras no cobra el salario mínimo en relación con su jornada. En el interno, el 77% hace más de 60 horas semanales, muchas no descansan ni a diario ni los fines de semana, más de la mitad no cobran en metálico el salario que les corresponde, etc. Las estadísticas pueden verse en la web ath-ele.com.

Las condiciones se explican porque es un trabajo de mujeres. Se sostienen por el lugar subalterno que permite vivir como normal tener ingresos secundarios y no generar derechos propios de seguridad social; y en la capacidad de renuncia en la que nos hemos construido, que permite a las internas soportar el trabajo con el que enviar el dinero para que los demás vivan y desarrollen sus propios intereses.

La Encuesta de Presupuestos Familiares del INE proporciona datos de interés sobre el empleo del hogar. Éste lo contratan en un gran porcentaje las personas mayores, incluso las de bajos ingresos. Se debe reseñar, asimismo, que cuanto menores son los ingresos de los empleadores más importante es el peso del cuidado en la demanda del servicio. Entre las que cuidan, un 33% vive sola con la persona atendida. Las trabajadoras de hogar dan solución –en condiciones inaceptables– al callejón sin salida de la organización de la vida social e individual de espaldas a las necesidades de cuidado.

¿Qué hacemos? De nada vale proclamar la revalorización del trabajo doméstico y de cuidado si no es para tomar medidas con el fin de reorganizarlo, lo que exige descentralizar el cuidado en todos los aspectos: más personas cuidando, en múltiples espacios, distinguiendo tareas. Mien­tras siga cumpliendo su función actual, el trabajo doméstico remunerado no puede tener condiciones justas, si justa es una jornada máxima de trabajo de ocho horas, descanso semanal, festivos, salario-hora digno, etc. Éste es el motivo por el que las autoridades no están interesadas en hacer prospecciones sobre las necesidades de cuidado en la enfermedad y la vejez, ni sobre las condiciones del empleo de hogar.

Abusos de las agencias

Al debatir el Convenio 189, los abusos de las agencias de colocación aparecieron como un problema en todos los países. Los sindicatos querían que se diese publicidad a sus infracciones pasadas. La representación de los empleadores se opuso, no estaban dispuestos a aceptar ninguna medida que las deslegitimase y fuese un paso atrás en la victoria conseguida en 1997, cuando la OIT suprimió la prohibición en este ámbito de las agencias privadas con fin de lucro: todo puede y debe entrar en el mercado.

El movimiento privatizador ha necesitado la colaboración de los Estados debilitando hasta hacer ino­perantes los servicios públicos de empleo. Las agencias, aun las legales, precarizan el empleo doméstico en la lógica del beneficio: discriminación en la selección, promoción del empleo interno y de la rotación de trabajadoras, ofertas por debajo de los mínimos legales, etc. Las que no son técnicamente de colocación sino de servicios domésticos, vampirizan el esfuerzo de la trabajadora, cobrando cada mes por el solo hecho de tenerla colocada en la casa. Como ejemplo, la agencia Apuros Mayse de Barakaldo, denunciada por la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia, cobraba 1.805 euros al mes por una trabajadora a la que pagaba 1.200 sin Seguridad Social. En este caso, la Inspección de Trabajo ha respondido que no podía comprobar los hechos debido a la inviolabilidad del domicilio. No es cierto, sí se puede.

Visibilizar y reorganizar

Desde diferentes corrientes feministas nos preguntamos cuál es el camino para avanzar hacia el reparto de todos los trabajos, qué debe ser responsabilidad personal, qué colectiva; qué debe cubrirse con servicios públicos o de otra clase; cuál es el papel del Estado y varias preguntas más. La lucha por reivindicaciones concretas en el terreno del trabajo reproductivo es una buena manera de hacerlo visible y abrir vías para reorganizarlo. Defender desde ahora mismo y en lo concreto todos los derechos sociales para el empleo de hogar es un objetivo incuestionable, pero también imposible sin cambiar muchas otras piezas de la organización de los cuidados. Por eso mismo tiene un enorme interés feminista y anticapitalista.

El trabajo de la asociación vizcaína

La Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia (ATH-ELE) ha elaborado una guía de las empleadas del hogar. Son consejos sobre contratación, condiciones salariales y de trabajo o sobre la situación de sin papeles contratadas en el trabajo doméstico.

Trabajo de asesoría

Junto a esta guía, ATH-ELE realiza asesorías semanales. Fruto de esta tarea, cada año publica estadísticas sobre jornada semanal, salario, ta­reas, etc.

Cifras

En diciembre de 2013 había 422.915 personas inscritas en la Seguridad Social como trabajadoras o trabajadores de hogar.