El camino para independizarse de las eléctricas: «Con el tejado solar he pasado de pagar 130 euros al mes a 50»

Comunidades de vecinos, urbanizaciones, chalets… El autoconsumo energético se perfila como la gran alternativa en un momento de precios al alza. Algunos vecinos que residen en diferentes tipos de vivienda hablan sobre los beneficios de este sistema.

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Dos operarios colocan paneles solares en el tejado de una vivienda // Joe Raedle / AFP

Un tejado para cambiar el mundo. Pequeñas placas, de un negro que brilla, golpean al corazón del oligopolio energético y, de paso, reducen esa huella de gases de efecto invernadero calienta el planeta. El autoconsumo ha llegado a España y cada vez son más los que arropan las azoteas de sus casas de paneles fotovoltaicos diciendo adiós a un sistema lastrado por el alza de los precios y en constante crisis.

«He pasado de gastar unos 130 euros al mes a pagar una media entre 28 euros en verano y 50 en invierno», dice ufano Daniel Ribao, vecino del barrio madrileño de Rosa Luxemburgo y portavoz de La Rosa Energética, una plataforma de autoconsumo a la que ya se han sumado más de 90 ciudadanos de la zona, una de las más grandes de la capital. «El tema del ahorro no es el objetivo que nos une», matiza. «Nos mueve más el hecho de ser independientes, evitar el consumo de energías fósiles y contribuir un poco a mejorar la salud del planeta».

«Nos mueve el hecho de ser independientes, evitar el consumo de energías fósiles y mejorar la salud del planeta»

La lista de residentes de la urbanización que se han sumado a esta ola de energía limpia podría aumentar. Ribao explica que actualmente hay una lista de unas 150 personas que se han apuntado a una nueva convocatoria para ampliar la comunidad y sembrar más tejados con paneles que den luz y calor a las viviendas. La instalación la ha realizado Ecooo, una empresa sin ánimo de lucro que ha asesorado a los vecinos y les ha acompañado en el proceso. «En esta urbanización no ha habido una comunidad energética como tal, sino que los vecinos han realizado una compra colectiva de paneles para uso individual», explica Héctor Pastor, ingeniero del departamento de autoconsumo, que detalla que se trata, en la mayoría de los casos, de viviendas adosadas.

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Este proceso de emancipación energética supone una inversión inicial que, no obstante, puede ser una barrera para las familias más humildes. «Ahora mismo, dependiendo de la potencia, haría falta un desembolso de entre 4.000 y 6.000 euros para instalaciones individuales. Sin embargo, hablamos de una amortización de menos de diez años. Actualmente, con las exenciones fiscales del IBI y con las subvenciones, el periodo de amortización esta en los tres o cuatro años. En el caso de una instalación de uso colectivo en una comunidad de vecinos el gasto es bastante más bajo y se suele rentabilizar mucho antes», detalla el ingeniero.

Más allá de la vivienda unifamiliar

El despliegue de las tecnologías renovables ya está yendo un paso más allá de las viviendas unifamiliares, donde se presupone más fácil la instalación de los paneles. Algunas comunidades de vecinos ya empiezan a armarse para avanzar hacia la soberanía energética. Eloy Sanz, que es investigador y profesor de Ingeniería Energética en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), aprovechó parte de sus conocimientos para tratar de convencer a los residentes de su bloque, ubicado en el barrio madrileño de Batán. Tras años de debate, acaban de aprobar la instalación. Parte de la energía servirá para nutrir el entramado eléctrico del edificio, es decir, la luz del portal y zonas comunes o el funcionamiento del ascensor. La otra parte se distribuirá entre algunos de los vecinos que sí han decidido conectar sus hogares a la red de autoconsumo y dar la espalda a las grandes empresas.

«Recuerdo que lo propuse antes de la pandemia, hará un par de años. Nuestra azotea nunca ha tenido un uso común como en otros edificios donde se tiende o se ponen sillas, así que me pareció oportuno», narra Sanz. «La gente tiene muchas dudas y siempre son legítimas. Hay que explicar siempre bien las cosas para que todo el mundo pueda valorar si le conviene o no. Al final yo era el más interesado en este tema, porque lo conozco bien, y lo llevé a la junta. Se votó, por un lado, el aprovechamiento eléctrico de la comunidad y, por otra parte, el uso para consumo doméstico. Las dos salieron adelante, pero a esta última parte de autoconsumo de los hogares nos hemos unido de momento unos diez vecinos, que me parece bastante».

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Tras la última modificación de la Ley de Propiedad Horizontal, para poder colocar una instalación renovable –placas solares o aerogeneradores– en una azotea no hace falta que haya una mayoría absoluta, sino que basta con una mayoría simple de propietarios a favor. En el caso de las instalaciones que vayan a abastecer la energía común del edificio, los vecinos que no estén de acuerdo deberán pagar la cuota de manera obligada. Es en las placas de uso doméstico donde no deberán invertir, de modo que sólo pagarán la derrama aquellos que vayan consumir la energía generada.

«Es una forma de introducir un debate sobre nuestro modelo energético en los portales de España»

«De primeras a la mayoría de los vecinos les cuesta, les da algo de miedo porque es algo de lo que apenas hay conocimiento en  la calle», dice Pastor, cuya organización, Ecooo, no se encarga sólo de instalar las placas, sino que emprende un camino de asesoramiento. «Hay tres fases. La primera es la de explicación y cultura del acuerdo, que es la más larga y dura, pero la más enriquecedora. Nosotros sabemos que no es fácil llegar a consensos y solemos explicar a las juntas de vecinos todo lo que podemos. Luego viene la instalación y después el acompañamiento durante todo el tiempo de vida útil de las placas. Esta última fase tiene que ver con los vecinos que, al ver que hay ahorro, se quieren sumar. O al contrario, propietarios que no lo ven rentable y quieren dejar de autoconsumir», detalla.

Durante el proceso inicial, el de la democracia vecinal, aparece una clave diferente y novedosa. Y es que el debate energético penetra en los portales mucho más allá de las discusiones sobre qué comercializadora contratar para abastecer el suministro de las zonas comunes. «Es una forma de introducir discusiones sobre nuestro modelo energético en un espacio donde eran inexistentes», sostiene Pastor.

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Luz-calefacción-coche

En ese camino hacia la soberanía energética hay quien va un paso más y, de un plumazo, deja atrás el modelo de los combustibles fósiles. Paco, un vecino de Soto del Real, es uno de esos aventajados de la transición energética que lleva décadas tratando de desprenderse de la gasolina y el gas. «Concretamente, en este momento, estoy pagando cero euros por la electricidad que consume mi casa», dice el hombre mientras consulta en una aplicación telefónica el estado energético de sus paneles solares.

«El excedente que yo vierto a la red se me paga a un precio irrisorio»

El proceso lo empezó a comienzos de los 2000, cuando decidió colocar placas solares para electrificar el agua caliente de su vivienda unifamiliar. «El resto del sistema solar lo pusimos en marzo de 2020, justo cuando empezó la pandemia», informa. «Hoy en día es algo bastante sencillo. Yo lo hice con una cooperativa que se llama Som Energía, ellos se encargan de casi todo», agrega. Las renovables le han hecho desprenderse del gas y calentar su casa con bombas de calor, por lo que es uno de los pocos que a día de hoy no nota el repunte de precios que sufre Europa como consecuencia de la guerra. El pleno lo trajo el coche, uno eléctrico que carca en su casa gracias al poder del sol. «Haciendo unos cien kilómetros al día, con la casa caliente en invierno y haciendo vida normal, estoy pagando en total 116 euros al mes«. Una cifra similar al coste que supone llenar el deposito de un coche contaminante convencional sirve así para sufragar el gasto mensual en luz, calefacción y movilidad.

La única queja de Paco tiene que ver con el excedente energético que produce. «Yo lo vierto a la red, pero se me paga a un precio irrisorio», lamenta. Mientras consulta de nuevo su aplicación, contrasta los datos del mercado eléctrico convencional con el precio al que se le paga la potencia sobrante que genera su tejado. «Ahora mismo se está pagando el Kw/h a 0,4 euros en hora punta; a 0,30 en hora llano; y a 0,26 en valle. A mi me pagan la energía a 0,12 euros, es decir, muy por debajo del mercado y muy por debajo incluso de la hora valle, que es la más barata».

Aún con ello, el modelo del autoconsumo emerge como alternativa a un mercado eléctrico tradicional lastrado por la crisis de precios derivada de la guerra de Ucrania. En cierto modo, las renovables son una buena receta para rebajar la creciente presión de las facturas. Quizá esta coyuntura de inflación energética sea el pistoletazo que anime a muchos a transformar sus tejados en calderas de energía verde.