El Gobierno envió a Bruselas unas cuentas distintas a las de los Presupuestos

El Ejecutivo de Mariano Rajoy envía a Bruselas unas previsiones de ingresos de la Seguridad Social mucho peores que las contempladas en los Presupuestos de 2016 que se aprueban este mismo martes en el Congreso.

El plan presupuestario para 2016 que envió el Gobierno a Bruselas contempla unas cuentas de la Seguridad Social bastante distintas de las que se han presentado ante el Congreso. Si se atiende a los Presupuestos Generales del Estado que se aprueban este martes en el Senado, los ingresos por cotizaciones crecen casi un 7 por ciento el año que viene. En cambio, el documento remitido en paralelo a la Comisión Europea para su evaluación tan sólo recoge incrementos de las cotizaciones cercanos al 4 por ciento. Una diferencia bastante sustancial que reconoce el precario estado de la caja de las pensiones y que, sin embargo, se ha escamoteado del debate parlamentario.

La propia Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal resalta este hecho en su informe sobre las líneas generales de los Presupuestos: “Los PGE presentan un crecimiento [de las cotizaciones] del 6,7 por ciento respecto al presupuesto inicial de 2015 y de más del 15 por ciento respecto a la previsión de liquidación realizada por Airef para ese año. Este crecimiento no está en línea con el crecimiento de las cotizaciones previsto en el Plan Presupuestario presentado para 2015-2016 que estima un crecimiento del 1,8 por ciento en 2015 y del 3,9 por ciento en 2016”.

El Gobierno no ha querido reconocer ante la sede parlamentaria el calamitoso estado de las cuentas de la Seguridad Social

O sea, muy por debajo del 6,7 por ciento de aumento recogido en los PGE. En resumidas cuentas, el Gobierno no ha querido reconocer ante la sede parlamentaria el calamitoso estado de las cuentas de la Seguridad Social, la mayor partida del Estado al abarcar un tercio de todo el gasto. Pese a que el empleo crece a ritmos del 3 por ciento, los ingresos por cotizaciones apenas repuntan un 1 por ciento lastrados por la devaluación salarial, el coste de las tarifas planas o el hecho de que los parados de larga duración dejan de cotizar una vez agotada su prestación. Para colmo, el nuevo sistema de liquidación bautizado como Creta apenas consigue levantar la recaudación como aspiraba el Ministerio de Empleo.

Aunque los guarismos entregados a Bruselas son algo distintos porque recogen las imputaciones por las pensiones de los funcionarios, las proyecciones siguen arrojando unas divergencias similares una vez se sustrae ese concepto. La triste realidad es que las cuentas de 2015 se están desviando clamorosamente. Y que, por lo tanto, las de 2016 se van a desviar aún más de seguir con la misma tónica. Hasta el punto de que el Ejecutivo no ha podido enviar los mismos cálculos a Bruselas. A poco que los hombres de negro hubiesen escrutado la caja de la Seguridad Social, se habrían percatado del tremendo agujero en las cuentas. Así que de cara a la Comisión Europea el Gobierno no ha tenido más remedio que rectificar esta rúbrica adaptándola a la realidad de su evolución.

Y, precisamente, ese reconocimiento del estado de las cuentas de la Seguridad Social ha obligado al Gobierno a buscar otros ajustes con tal de poder redondear las cifras presentadas ante el Ejecutivo comunitario. Forzado por el déficit de las pensiones, el Gabinete de Mariano Rajoy ha situado esos ahorros en las Administraciones Territoriales. Sin embargo, no las ha justificado convenientemente en el plan presupuestario. Y de ahí viene el tirón de orejas de la Comisión, que considera que el Gobierno de Rajoy no será capaz de conseguir que las Comunidades Autónomas y los municipios restrinjan aún más el gasto. A juicio de los técnicos de Bruselas, no se acreditan los ahorros prometidos ni en la sanidad ni con la reforma local. Tampoco parecen justificados los ingresos por la lucha contra el fraude, las ventas de activos o las concesiones. Además, se estima que la tarifa plana costará más de lo previsto y que el desembolso en personal subirá más de lo planeado. Por no hablar de que el Gobierno se apunta entre sus ingresos el impuesto a las transacciones financieras, un tributo europeo que todavía no ha sido aprobado y que la Comisión por tanto no admite.

Las autoridades europeas señalan que se peca de optimista con la previsión de crecimiento y, en consecuencia, con la corrección del déficit. Los hombres de negro también indican que se ha hinchado un poco más de la cuenta la estimación del precio del petróleo, lo que a su vez engorda la inflación y el PIB nominal, reduciendo el déficit en porcentaje del PIB. Como además creen que habrá un incumplimiento de hasta tres décimas en 2015, ese desfase supondrá una dificultad añadida a la consecución de los exigentes objetivos de 2016, un año en el que hay que recortar el déficit en 14.000 millones de euros. Si bien de aquí al cierre del ejercicio la Comisión tan sólo reclama a Rajoy que sea estricto con la ejecución presupuestaria, para el año que viene vaticina una desviación del orden de los 7.000 millones de euros. Demasiado. Lo cual implica que el nuevo Gobierno que salga de las elecciones tendrá que acometer otro giro hacia la austeridad incumpliendo las promesas electorales a menos que obtenga un aplazamiento de Bruselas.