El último eslabón de la precariedad en Glovo: mensajeros que pagan por repartir y sin ninguna protección laboral

  • Glovo ha reconocido este lunes que el repartidor que falleció en un accidente el sábado no estaba registrado en la plataforma y que cree que podría estar repartiendo con la cuenta de otra persona
  • El alquiler o la cesión de cuentas en estas plataformas, sobre todo a migrantes sin permiso para trabajar, no son un fenómeno nuevo y exponen a una mayor precariedad a estas personas
  • «Esto se está produciendo hace mucho tiempo y las empresas lo saben, pero les da lo mismo. Nadie puede trabajar 14 horas al día, siete días a la semana», denuncia Felipe Diez, de RidersxDerechos

Varias mochilas de Glovo frente a su sede en Barcelona, en la protesta de repartidores por la muerte de un mensajero.

Varias mochilas de Glovo frente a su sede en Barcelona, en la protesta de repartidores por la muerte de un mensajero // Imagen cedida por Élite Taxi a eldiario.es

Los más precarios entre los precarios. Este lunes Glovo ha reconocido que el mensajero que falleció en la noche del sábado arrollado por un camión de la basura, un joven de 22 años de origen nepalí, no estaba registrado en la plataforma y que cree que podría estar repartiendo con la cuenta de una tercera persona. Lo que admite ahora la compañía tras la muerte de este trabajador no es un fenómeno nuevo. El alquiler o la cesión de cuentas en estas plataformas digitales, generalmente a migrantes sin permiso de trabajo, están presentes como una de las muestras de mayor vulnerabilidad en esta actividad.

En conversaciones con los repartidores (también llamados riders) es habitual que, cuando afirman conocer esta práctica de subarrendamiento o préstamos de cuentas, lo hagan con mucha prudencia. «Es una situación dramática, pero nosotros no lo hemos denunciado mucho. Ha quedado bajo la alfombra, porque tememos que no van a perseguir a las empresas sino que van a ir a por el trabajador sin papeles», cuenta a este medio Felipe Diez, miembro de RidersxDerechos.

Las personas que suelen recurrir al alquiler de cuentas son migrantes sin permiso de residencia o trabajo, «muchos venezolanos», dicen varios mensajeros a este medio. Numerosos ciudadanos procedentes de Venezuela tramitan la petición de asilo, aunque la normativa no les permite trabajar durante los primeros seis meses desde el registro de su solicitud. «Pero los chicos llegan y tienen que comer», subraya Díez.

Casi son las tres de la tarde en el centro de Madrid y en un banco al lado de un restaurante de comida rápida, un repartidor espera bajo la sombra. Es venezolano y cuenta que pasó esos seis meses sin poder trabajar, «pero yo tenía aquí familia y no alquilé una cuenta», explica el joven, que reconoce con cautela que tiene constancia de que existen estos arrendamientos. «Aunque no creo que sean muy comunes».

En unos minutos de conversación, llega otro rider sobre su bici. También es venezolano, pero no quiere hablar cuando se menciona al chico que murió en Barcelona este fin de semana. «En serio, es que me afecta mucho», responde emocionado. Sobre el alquiler de cuentas tampoco quiere pronunciarse: «No voy preguntando si la gente tiene su cuenta o es otra. Hablamos un poco, nos ayudamos entre nosotros y ya está».

Otros repartidores con cuentas alquiladas son inmigrantes sin papeles o en proceso de conseguirlos, que afrontan grandes trabas para trabajar que se alargan durante años. Organizaciones de derechos humanos piden que se facilite la posibilidad de trabajo a las personas migrantes, ya que los obstáculos favorecen su exposición a condiciones precarias e irregulares.

«Hay gente que paga una pasta por una cuenta»

El atractivo de repartir desde una de estas cuentas alquiladas consiste en que «es muy sencillo», reconocen los mensajeros, ya que los riders solo tienen que registrarse desde la cuenta en cuestión y hacer sus pedidos. A veces, incluso reparten sin tener un vehículo propio gracias a los servicios públicos de bicicletas, como BiciMad en la capital.

En el caso del repartidor fallecido el sábado, era de origen nepalí y llevaba «unos cinco meses o así en España», explica un conocido de su misma nacionalidad, que tenía contacto con el chico a través de una asociación en la que se reúnen ciudadanos nepalíes. «Estaba tramitando los papeles, había venido a trabajar, es lo que sabía yo. Lo mismo ya lo había hecho», añade. Repartidores que trabajan en Barcelona aseguran a eldiario.es que el joven «no tenía papeles» y que, debido a ello, utilizaba «una cuenta prestada».

Los repartos se suelen saldar con un acuerdo altruista entre compañeros o con pactos económicos por los que los mensajeros subarrendados cobran solo una parte del pedido y el resto va para el dueño de la cuenta. Por ejemplo, perciben una parte de los cinco euros de media que, según Glovo obtienen sus mensajeros.

En ocasiones, «hay que gente que tiene que pagar mucho por usar una cuenta», afirma Felipe Diez, que apunta que se dan casos de abusos y personas que llegan a «hacer negocio con cuentas en varias plataformas».

«Las empresas lo saben y les da lo mismo»

Sin embargo, el miembro de RidersxDerechos pide centrar la atención en las multinacionales de reparto, como Glovo y Deliveroo, que dirigen las plataformas y que «saben perfectamente que esto pasa, no es algo nuevo. Conocen que existe porque es que nadie puede trabajar 14 horas al día, siete días a la semana. Tendría que estar acalambrado y en cama», denuncia Diez.

El activista denuncia que el modelo de negocio de estas plataformas digitales «está montado así, sobre la precariedad y las empresas saben que esto pasa, pero les da lo mismo, porque les conviene, lo que quieren es tener a gente trabajando». La vulnerabilidad del rider subarrendado no se plasma solo en posibles abusos sobre los ingresos que perciba por su trabajo, sino en la desprotección total ante un accidente como el ocurrido el pasado sábado.

Si el mensajero no está dado de alta en la Seguridad Social, carece de la protección vinculada a la cotización como autónomo, y no accede a los seguros privados que han implantado estas empresas para los repartidores. En medio de las protestas de repartidores contra la compañía, Glovo ha afirmado que «asumirá todos los gastos que hubiera cubierto el seguro privado con el que cuentan los repartidores de la plataforma» en el caso del joven fallecido.

Una protección en cualquier caso insuficiente, según el colectivo RidersxDerechos y numerosos sindicatos, que subrayan que los repartidores deberían tener reconocida una relación laboral y que la empresa fuera la responsable de garantizar y responder sobre la seguridad y la protección de riesgos laborales de los mensajeros.

Estas prácticas no existen solo en Glovo, recuerdan los repartidores. Fuentes de Deliveroo han respondido a eldiario.es que «los riders que colaboran con Deliveroo son autónomos y tienen el derecho de designar a un sustituto», pero que «la responsabilidad sobre el uso de la licencia recae sobre ellos».

Tras la muerte del trabajador y las preguntas de los medios de comunicación sobre la relación de Glovo con el joven, la multinacional reconoce estas prácticas y además informa sobre medidas para impedirlas: «Para poder evitar que esta situación irregular pueda suceder, Glovo ha puesto a disposición de los usuarios y establecimientos de la plataforma mecanismos para denunciar estos casos, tras lo cual se procede a una inmediata y permanente cancelación de la cuenta en cuestión».


+info relacionada: