‘Foam’, el sustituto de las balas de goma que vuelve a poner en cuestión el modelo de orden público de los Mossos

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Un mossos sujeta una pistola de proyectiles de ‘foam’ en las protestas por Hasel en Barcelona SÒNIA CALVÓ

420. Es la cifra de balas de ‘foam’, también llamados proyectiles viscoelásticos de precisión, que los Mossos d’Esquadra dispararon en las dos primeras noches de altercados en Catalunya a raíz del encarcelamiento del rapero Pablo Hasel. Este tipo de munición sustituyó a las balas de goma, que los Mossos d’Esquadra utilizaban hasta que el Parlament pidió prohibirlas en 2014 a raíz del caso Ester Quintana. El armamento disuasivo de las unidades de antidisturbios de la policía catalana, al igual que su modelo de orden público, vuelve a estar en cuestión por la pérdida del ojo de una manifestante tras recibir el impacto de un proyectil de ‘foam’ este martes en las protestas en Barcelona contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel.

El proyectil de ‘foam’ recibe su nombre por el tipo de espuma con el que está fabricado. Tiene 40 milímetros de diámetro y al estar hecho de material viscoelástico su impacto queda repartido entre el proyectil y el objetivo. A diferencia de la bala de goma, el ‘foam’ no rebota cuando toca el suelo. Esto no quiere decir que sea menos lesivo que la bala de goma, sino que, al ser un proyectil de precisión, las lesiones que provoca se producen por un impacto directo en el cuerpo, y no fruto de un rebote incontrolado. Se dispara mediante un fusil de mira telescópica que incrementa su precisión.

Respecto a la joven mutilada, que ha sido operada este jueves del estallido ocular que sufrió el martes, la conselleria de Interior y los Mossos siguen sin confirmar que la lesión se produjera por un disparo de ‘foam’. Según ha explicado este jueves el comisario y portavoz de los Mossos, Joan Carles Molinero, la policía está estudiando la trazabilidad de todos los proyectiles de ‘foam’ que se utilizaron durante los altercados para determinar «dónde, cómo y en qué franja horaria» se dispararon. En este contexto, ha agregado, todavía no hay conclusiones, ya que el propósito es realizar una investigación «quirúrgica y cuidadosa», lo que requiere varios días, para poder determinar si las heridas son de autoría policial.

La abogada del centro Irídia Anaïs Franquesa, que representa a la joven herida, no tiene dudas: «Es evidente que ha sido un ‘foam’. Es un tipo de proyectil que impacta donde se apunta». Este jueves la investigación ha ganado un elemento que puede resultar fundamental: el fotoperiodista Àngel Garcia ha facilitado al departamento de Interior el número de identificación del mosso que disparó el proyectil de ‘foam’ que ha dejado sin visión a la manifestante, una secuencia que asegura que su cámara captó completa. Según ha relatado a EFE Garcia, en el momento en que resultó herida la manifestante no existía una situación de riesgo para los mossos, sino que escopeteros de los antidisturbios empezaron a disparar de forma «indiscriminada» contra grupos de personas que, en la acera contraria, corrían de un lado para otro intentando sortear la intervención policial.

El debate sobre este tipo de proyectil no es nuevo. Ya en el año 2013, en la comisión parlamentaria tras el caso Quintana, ICV y la CUP se quedaron solas pidiendo que también se prohibieran los proyectiles de ‘foam’, tal y como recuerda el exdiputado ecosocialista y experto en seguridad Jaume Bosch, autor de ‘La nostra policia’ (Eumo). «Los forenses que comparecieron en la comisión dictaminaron que la pelota de goma y el ‘foam’ podían provocar efectos lesivos similares, pero la mayoría de partidos no quiso recogerlo en las conclusiones», rememora Bosch.

En 2019, a instancias de Catalunya en Comú, el Parlament volvió a votar que los Mossos retiraran los proyectiles viscoelásiticos de su armamento. El resultado fue el mismo que seis años antes: la moción de los ‘comuns’ solo obtuvo el apoyo de la CUP y de un diputado de ERC. El resto de partidos votó en contra. En la misma votación, los partidos sí se pusieron de acuerdo –con la excepción de JxCat– para reclamar que los Mossos hicieran público el protocolo sobre el uso del ‘foam’, un mandato parlamentario que a día de hoy la policía catalana sigue sin cumplir.

En este sentido, Franquesa ha reclamado a la conselleria que haga público el protocolo sobre este tipo de arma para cotejarlo con las directrices internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y de Naciones Unidas, que establecen que los proyectiles de ‘foam’ no pueden emplearse de forma «indiscriminada» y que deben dirigirse siempre por debajo del abdomen hacia las personas que pongan en riesgo a los manifestantes o a los agentes.

El modelo de orden público, de nuevo bajo el foco

Lo que sí acordó el Parlament en 2013, y los Mossos encabezados por el major Trapero lo implantaron, fue un nuevo modelo de orden público basado en la mediación y la planificación, el mantenimiento de la distancia con las concentraciones, la movilidad de las unidades policiales y la carga como última opción, similar al empleados en Alemania o los países nórdicos. El cambio de filosofía en los dispositivos de orden público no vino por casualidad, sino después de una serie de actuaciones muy contundentes de los Mossos –el desalojo del 15-M en la plaza Catalunya o en el intento de bloqueo del Parlament, así como las intervenciones en altercados durante las huelgas generales– que provocaron un reguero de imputaciones de agentes y la erosión de la imagen del cuerpo. El caso Quintana fue la gota que colmó el vaso.

Tras el consenso parlamentario de 2013, hasta ahora la reclamación de un cambio general en el modelo de orden público de los Mossos solo la habían llevado a cabo partidos como la CUP o organizaciones en defensa de los derechos humanos que, como Irídia, monitorizan las actuaciones policiales, y que son pioneras en España. Paradójicamente este jueves se ha sumado a la iniciativa el actual conseller de Interior en funciones, Miquel Sàmper, y su partido, JxCat, que bien con su denominación actual bien bajo las siglas de Convergència lleva gestionando la cartera de Interior en la última década, con la excepción de la etapa del conseller Ramon Espadaler (Unió).

En una convocatoria de prensa en la que el departamento de Interior no ha invitado a todos los medios, Sàmper ha pedido una revisión «urgente» del modelo de orden público de Catalunya en sede parlamentaria. Sàmper, que se ha ofrecido a responder las preguntas que sean necesarias en el marco de la Diputación Permanente, ha dicho que «no se puede permitir» que una manifestación del siglo XXI acabe con una persona perdiendo un ojo.

Sàmper ha obviado que en 2019, en las protestas por la sentencia del procés, donde hubo muchos más heridos que en los altercados de estos días por el encarcelamiento de Hasel, los Mossos también dispararon proyectiles de ‘foam’. La Policía Nacional hizo lo propio con las balas de goma, pese a que el Parlament pidió que no se usaran en Catalunya en 2014 y los Mossos, con competencias en orden público en la comunidad, sí atendieron este mandato parlamentario. Durante los disturbios de 2019, cuatro personas perdieron un ojo. Según cuenta Franquesa, en dos de los heridos en esas protestas la investigación no ha podido determinar si sus lesiones en el ojo fueron provocadas por un ‘foam’ de los Mossos o una bala de goma de la Policía Nacional.

Buen conocedor de los debates parlamentarios y de los modelos policiales, para Bosch «no ayuda» que la reapertura del debate sobre los Mossos coincida con las negociaciones para formar Govern. «Corremos el peligro de que cualquier pacto de Govern incluya una mención cosmética sobre la policía que se haga de prisa y corriendo de cara a la galería», apunta. A juicio del exparlamentario, sería más adecuado que el Parlament, en una nueva comisión, abordara todas las cuestiones relativas al modelo de orden público y de seguridad, con la participación de expertos y de todos los actores implicados en el debate, pero sin olvidar la condena a los actos violentos.

«El major Trapero sabe y ha apostado por un modelo de proporcionalidad», recuerda Bosch, que pide «no hacer demagogia» en este debate: «Abordar el modelo policial sin abordar y dejar claro que las manifestaciones no pueden utilizar la violencia es un enfoque parcial». «La sociedad catalana tiene que hacer una reflexión sobre la violencia de grupos minoritarios, no es justificable quemar motos ni asaltar la comisaría de Vic. Si solo se enfoca el debate desde el punto de vista policial, no saldremos adelante», remarca Bosch. «Se puede hablar de métodos y dispositivos y se debe controlar y evaluar la intervención policial, pero debe existir una unidad antidisturbios formada y especializada que intervenga en los altercados», concluye.

En Europa, los cuerpos policiales británicos y franceses emplean balas de goma y proyectiles de ‘foam’. En cambio otros países como Grecia, Italia y Alemania prohibieron este tipo de proyectiles. Los cuerpos antidisturbios italianos y griegos los sustituyeron por gases lacrimógenos, mientras que los alemanes optaron por los cañones de agua, un material que los Mossos solo han empleado una vez, en los graves disturbios tras la sentencia del procés de 2019. El debate vuelve a estar servido y será uno de los protagonistas de la legislatura catalana que acaba de empezar.


+info relacionada: Policías denuncian que algunos de sus compañeros se mofan de la mujer que perdió un ojo en las protestas de Barcelona – lamarea.com, 19-02-2021

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