El Igualatorio Médico Quirúrgico perdió contra las trabajadoras en huelga y ha recurrido una sentencia que no dejaba hilo sin puntada —incluía perspectiva de género y edadismo—, alargando un proceso que duplica los costes de la limpieza de la clínica y añade malestar.
// Christian García
IMQ ha recurrido una sentencia que no dejaba puntada sin hilo, una sentencia difícil de recurrir. La Sala de lo Social del Tribunal Superior del País Vasco, formada por Juan Carlos Iturri, Florentino Eguaras y Maite Alejandro, firmó el 1 de marzo un texto que devolvía a las 76 trabajadoras de la limpieza de las clínicas de Zorrotzaurre y Virgen Blanca a sus puestos de trabajo, y reconocía que fueron despedidas por represalias y resaltó que el despido también se produjo porque son mujeres. Incluso incluyó el factor de la edad, aunque no como argumento jurídico ya que las leyes, de momento, no lo contemplan.
Contra el fallo cabía recurso y el sindicato ELA ha informado hoy de que IMQ ha recurrido. Mientras, dado que es obligación legal, ha recontratado a las trabajadoras dándoles de alta en la Seguridad Social y abonándoles el sueldo, pero sin darles carga de trabajo y manteniéndolas lejos de las clínicas —las trabajadoras no pueden acudir a su puesto de trabajo—. IMQ contrató a una plantilla paralela para las labores de limpieza.
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Esta actitud, asegura el sindicato, “suponer tener que duplicar el gasto de personal” y, “lejos de corregir su actitud, el IMQ sigue vulnerando los derechos fundamentales del colectivo de trabajadoras de la limpieza, manteniéndolas en sus casas hasta que se resuelva el recurso, como castigo por el hecho de haber defendido sus derechos”.
Califican esta decisión como “totalmente irresponsable”. Asimismo, el sindicato advierte que “seguiremos peleando por recuperar los puestos de trabajo de la plantilla de limpieza para reivindicar con más ganas que nunca la erradicación de la brecha salarial que sufren”.
El sindicato ELA asegura que la estrategia de IMQ “suponer tener que duplicar el gasto de personal” y, “lejos de corregir su actitud, sigue vulnerando los derechos fundamentales del colectivo de trabajadoras de la limpieza, manteniéndolas en casa”
El fallo
El fallo del 1 de marzo destacó la unidad de la plantilla y su carácter reivindicativo, destacando que existe una relación entre las reivindicaciones, las mejoras salariales y las represalias acometidas por el Igualatorio: “Frente a la habitual dispersión y fragmentación del colectivo que integra el personal de limpieza, nos encontramos aquí con una estabilidad y unidad que demuestra su capacidad reivindicativa, incluso para llegar a movilizaciones, concentraciones y una huelga indefinida. Es evidente la participación de la representación sindical, pero lo que se nos demuestra es que el personal afectado es reivindicativo y ha obtenido con su conducta resoluciones judiciales que avalan mayores retribuciones a las que venían percibiendo anteriormente”.
Al mismo tiempo, las reclamaciones con las que consiguieron mejorar los salarios, “conducen a un incremento del coste del servicio, con menores márgenes empresariales. En definitiva, la situación ha generado una especie de embudo: reclamar y ejercitar los derechos conduce a un resultado perjudicial para los trabajadores”. Y ese embudo, resuelve la sentencia, el IMQ decidió atajarlo con la “finalización de sus contratos de trabajo”. Como las trabajadoras advirtieron, el despido colectivo fue una represalia.
Las trabajadoras de la limpieza del IMQ llevan años peleando por sus sueldos. Habían conseguido pluses de clínica, toxicidad y actividad. Aún así, los pluses no las equiparaban con los sueldos de las trabajadoras más antiguas —antes de la llegada de las subcontratas que obliga a subrogar a todas las empleadas—. Mucho menos, con los trabajadores de la limpieza viaria, un colectivo masculinizado.
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