La banca española alcanza su mayor concentración tras engullir 52 bancos y cajas en doce años

Los tres grandes grupos bancarios concentran más del 60% del mercado financiero tras una oleada de fusiones que ha durado más de una década y que ha provocado 100.000 despidos, el cierre de 45.000 oficinas y la desaparición de medio centenar de entidades.

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Las oleadas de fusiones bancarias de la última década se han llevado por delante más de medio centenar de entidades financieras.

Las oleadas de fusiones bancarias de la última década se han llevado por delante más de medio centenar de entidades financieras // EFE

«La concentración está generando bancos cada vez más difíciles de rescatar», advierte Carlos Sánchez Mato, economista y autor de una tesis doctoral centrada en la evolución reciente del sistema bancario español, que llama la atención sobre dos aspectos que revelan los escuálidos resultados que en la práctica ha tenido ese proceso centrípeto: rentabilidades anuales inferiores al 1% del activo en casos como el de Santander pese a la magnitud de sus resultados y un grupo de «grandes bancos cuya valoración en bolsa está por debajo de la que reflejan sus libros» tanto en España como en otros países europeos. «Eso significa que los procesos de concentración no funcionan», añade.

En el caso español, esos procesos, que desde 2009 han reducido de 62 a 10 el número de bancos y cajas de ahorro que operan en el país, han dado lugar a unos niveles de concentración desconocidos para el país: la cuota de mercado de las tres principales entidades financieras españolas pasó del 37% al 61% entre 2006, en vísperas del inicio de la llamada reestructuración, y 2020, cuando CaixaBank, que lidera el trío con Santander y BBVA por su peso en el ámbito local, absorbió Bankia.

El peso de las cinco principales, que incorpora a Bankínter y Sabadell con permiso de las recién fusionadas Unicaja y Liberbank, creció en ese periodo del 45% al 71%; sin incluir, en ambos casos, esa última operación y a la espera de que puedan producirse otras, con Sabadell o Ibercaja como pez chico probablemente.

Para Pedro Ramiro «la banca es uno de los sectores en los que mejor se ve el proceso de concentración que se ha dado en las grandes empresas españolas»

Un achique del número de operadores de tal magnitud reduce de manea notable las opciones de los consumidores.

–Grafica: Público.es

«Se van reduciendo cada vez más las opciones mientras un mantra liberal te dice que cada vez vas a tener más opciones para elegir. Pero en realidad lo que te encuentras en muchos sectores son situaciones de monopolio y de control del mercado por parte de muy pocas compañías«, explica Pedro Ramiro, de OMAL, el Observatorio de Multinacionales de América Latina, para quien «la banca es uno de los sectores en los que mejor se ve el proceso de concentración que se ha dado en las grandes empresas españolas, ya que una miríada de bancos privados y varias decenas de cajas de ahorro al final han sido absorbidos por tres grandes conglomerados financieros que controlan cerca del 80% del mercado».

«Ante la insuficiencia de los márgenes financieros y el decrecimiento del negocio, los supervisores optaron por fomentar la concentración alegando que iba a suponer mejoras, pero eso tiene costes», anota Sánchez Mato, que coincide con Ramiro: «la dinámica de concentración siempre va ligada a la reducción de costes laborales, y ese ha sido un factor clave para la expansión de las empresas españolas, básicamente hacia América Latina, que se produce absorbiendo empresas públicas y privadas en esas áreas».

Los efectos secundarios de la concentración bancaria

El grueso de esos costes son conocidos: en el plano económico, 73.000 millones en el rescate previo a las fusiones dentro de un paquete de actuaciones que llegó a movilizar más de 350.000 millones en avales e inyecciones, a los que habría que sumar el consumo de recursos y la merma de ingresos que le han supuesto al Estado unos ERE que se han llevado por delante cerca de 100.000 empleos desde 2009, según los datos del Banco de España, y han conllevado el cierre de 10.500 sucursales solo en el último lustro.

Esos cierres y recortes de plantilla, relacionados con los procesos de digitalización de la banca al tiempo que consecuencia directa de la concentración y el acaparamiento del mercado, han sumado dificultades de acceso físico a los servicios financieros en la llamada España vacía.

«El proceso de concentración bancaria ha llegado y el aumento de costes para la España vaciada, en la que los desplazamientos para ir al banco aumentan, también, pero sin que existan unas condiciones de acceso a internet que permitan operar con normalidad», señala Sánchez Mato, que añade que «no se puede acceder a la mayoría de los servicios sin disponer de una cuenta bancaria, y eso resulta muy caro para mucha gente. Si la bancarización es un hecho, debería haber servicios públicos que garantizaran el acceso».

Esas dificultades físicas de acceso se concentran en una serie de territorios en los que la concentración del mercado bancario alcanza niveles estratosféricos: la cuota de mercado de las cinco principales entidades superaba el 80% en 18 provincias y pasaba del 90% en Huesca, Ceuta y Melilla, según los datos del Banco de España referentes a 2016. En esas fechas, el principal banco dominaba más del 40% del negocio en Orense, Huesca y Teruel, donde llegaba al 45,5%.

«El proceso de concentración bancaria ha llegado y el aumento de costes para la España vaciada», señala Sánchez Mato

«El Banco de España piensa que hay margen para que, en nuestro país, el sector bancario acometa operaciones de fusión y concentración. Su postura sostiene que el sector admite más integraciones sin perjudicar el grado adecuado de competencia», aunque «parece evidente que, cuantos menos bancos y de más tamaño sean los mismos, más fácil es que adopten posiciones colusivas y obtengan rentas de monopolio u oligopolio«, advierte el economista.

Cuando reconocer la insolvencia deja de ser una opción

Esos procesos de conglomeración del sector bancario a los niveles que se registran en España entrañan, como ocurre en otros ámbitos, nuevos riesgos derivados de la eventual detección de pies de barro en los gigantes.

«Cuanto más se concentra un sector, más difícil resulta no actuar con él como se hizo en España en el pasado, con el rescate», apunta Sánchez Mato, que pronostica que «no va a haber ninguna convulsión a medio plazo, pero cuando la haya el esfuerzo será mayor. Se están generando entidades cada vez menos sostenibles».

«El problema es que con las fusiones no se resuelve el problema de la rentabilidad y al mismo tiempo se genera un riesgo sistémico cada vez mayor», explica el economista, que recuerda que los objetivos de las operaciones de acaparamiento de mercado suelen tener como objetivo consolidar ese control para imponer los precios y aumentar los beneficios.

El final de la burbuja hipotecaria de hace década y media y las decisiones judiciales que han atajado las generalizadas prácticas fraudulentas en torno a ella han situado a la banca española ante el espejo de un negocio gripado que solo subsiste a base de cobrar comisiones a sus clientes y mientras más de 800.000 millones de euros cuya cobertura asegura un Fondo de Garantía de Depósitos que le cobra un interés 0,16% anual pero que solo tiene 3.000 millones para responder.

Ese es el motivo principal de que situaciones de aparente insolvencia como las de Bankia o Popular se resuelvan por la vía del rescate o por la del endose, que en la práctica confluyen como vías hacia la concentración, en lugar de por concursos de acreedores cuyas exigencias no parecen asumibles para el Estado.


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