La Hepatitis C, el negocio de las farmacéuticas y sus víctimas

La Hepatitis C, un problema de salud pública

Dr. Rafael Esteban Mur, Jefe del servicio de medicina interna y hepatología del hospital de la Vall d’Hebrón. Catedrático de medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.

“La hepatitis C es la primera causa en todo el mundo occidental de trasplante de hígado, por tanto, la primera causa de enfermedad hepática crónica grave.  En su fase final, produce cirrosis del hígado, y esta es una enfermedad irreversible, que conduce muchas veces al cáncer de hígado, al trasplante de hígado, y finalmente a la descomposición y la muerte de los pacientes”.

No hay datos fidedignos que lo demuestren, solo extrapolaciones, pero según el Dr. Mur, es probable que haya medio millón de infectados por este virus en toda España. Un 2,5% de la población lo lleva en su organismo. De todos ellos, un 60% no lo sabe. Ante estos datos, esta enfermedad ya es considerada por la comunidad médica nacional e internacional, como la primera amenaza de la salud pública en nuestro país, en Europa y en el mundo. Hay unos 190 millones de infectados en todo el planeta.

Las víctimas ya han sido muchas. La asociación española de afectados por la Hepatitis estima que en España mueren entre 10 y 12 personas al día por esta enfermedad, unas 4000 al año. Estas cifras triplican las muertes por accidente de tráfico o duplican las de fallecidos por el VIH.

De cada cien pacientes con cáncer de hígado, 85 lo padecen por culpa de la Hepatitis C. En la actualidad, es la enfermedad más importante desde el punto de vista epidemiológico. Es una enfermedad, transmitida de forma sanguínea, que no muestra ningún síntoma hasta su fase final, pero termina produciendo cirrosis, cáncer de hígado y la muerte.

La Hepatitis C, el negocio de las farmacéuticas y sus víctimas

En España, más del 80% de los contagios tienen su origen en la década de los noventa. Entonces, los conocimientos acerca de este virus eran mucho menores que los que tenemos hoy en día. Pinchar a todos los niños de un colegio o a un destacamento militar del ejército, con la misma aguja, era lo más normal y cotidiano. Lo que hoy consideraríamos malas praxis médicas, entonces no lo eran, y eso hizo que mucha gente se infectara sin tener culpa de nada.

También hubo muchos heroinómanos que se contagiaron. Es absurdo negarlo. Pero en la actualidad, el número de infectados por Hepatitis C, como consecuencia de haber consumido drogas por vía intravenosa, no llega al 10% del total.

Es cierto que la gran mayoría de infectados llevan muchos años con el virus y que la incidencia de este en la sociedad, la detección de nuevos casos, ha disminuido considerablemente. Esto ha sido gracias a que la seguridad en las transfusiones de sangre ha mejorado mucho, también en todas las intervenciones quirúrgicas. Hoy en día, se utiliza material desechable en todas las inyecciones u operaciones médicas y la prevención es muchísimo mayor que hace veinte años.

También hay que recalcar que se ha producido un cambio en el patrón de consumo de drogas. Ha bajado mucho el consumo de drogas endovenosas como la heroína, y ha aumentado el consumo de drogas por inhalación nasal como la cocaína y por lo tanto, se ha reducido el riesgo de contagio notablemente.

Gilead, el sovaldi y nuestro gobierno

Desde hace dos años existen los tratamientos llamados de “última generación”. El principal es el Sofosbuvir o también llamado Sovaldi. La dueña de la patente es la multinacional farmacéutica Gilead.

Es un tratamiento novedoso que consigue eliminar al virus, en un periodo de ocho a doce semanas, tomando una pastilla al día, y sin ningún efecto secundario. Llegando a unos porcentajes de curación del 95%. En comparación con los tratamientos anteriores, la aparición del Sovaldi ha representado un cambio de aquellos que se producen cada mucho tiempo en medicina. Los fármacos antiguos curaban a un 70% de los pacientes. Los tiempos eran de seis meses a un año. Se tomaban catorce pastillas diarias y una inyección semanal. Tenían muchos efectos secundarios, como las nauseas, malestar general, almorranas, perdida de cabello o la aparición de ulceras en la boca y las encías.  Con los tratamientos de última generación todo esto desaparece.

Dicha multinacional, lleva dos años negociando con los gobiernos de todo el mundo, vendiendo el Sovaldi al mejor postor, y tratando a millones de vidas humanas como cualquier otro producto del mercado. El coste del tratamiento en nuestro país es de 25.000 euros. En Francia, unos 40.000. El coste por pastilla en España es de 297 euros mientras que en nuestro país vecino, asciende a 476. En Estados Unidos llega a los 872 euros por píldora. La prioridad principal de la farmacéutica son los beneficios económicos. El precio del medicamento lo dictaminan sus analistas financieros de Wall Street. Sus investigadores no pueden hacer nada. Los beneficios previstos para este año oscilan entre los 15 mil y los 20 mil millones de dólares. Por el contrario, el coste de producción del medicamento es de unos 250 euros por tratamiento.

Gilead compro la empresa que descubrió el Sovaldi, Pharmaset, por 9.470 millones y en un año lleva ganados más de 7.360, en la que está siendo la operación más rentable de su historia. Básicamente se ha dedicado a vender el tratamiento en países occidentales a un precio desorbitado mientras que en países en vías de desarrollo como la India o Egipto, es mucho más barato pues su coste total no llega a los 700 dólares. Pero hay que tener en cuenta que en estos países muy poca gente puede pagar esa cantidad y solo reciben tratamiento un porcentaje muy pequeño en comparación con el total de infectados. Es una estrategia de marketing de la compañía para justificar los elevados precios en Europa y Estados Unidos.

Hace mucho tiempo que se ha abierto un profundo debate sobre el sistema de la industria farmacéutica y biomédica a la hora de sacar al mercado nuevos medicamentos.

Nuestro Gobierno ha asegurado que el tratamiento llegaría a todos los enfermos que lo necesitaran, y que se estaba negociando el precio total con Gilead. El pasado 20 de febrero, el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, anunció la aprobación del nuevo plan estratégico contra la Hepatitis C. Dijo que se tratarían todos los enfermos en fase 4 inmediatamente y luego los F3 y F2. El Dr. Mur nos aseguró que este nuevo plan sería eficaz y que se llegarían a tratar más de cien mil personas en los próximos años: “El plan nacional es un plan real, adecuado, se ha negociado bien con las compañías farmacéuticas, y la idea es tratar al máximo número de pacientes. Este plan ha sido hecho por expertos de la asociación española para el estudio del hígado”.

Pero las asociaciones de afectados aseguran que solo han recibido el tratamiento unos 6.000 pacientes de los más de 30.000 que lo necesitan urgentemente. Todo esto les ha llevado a tomar medidas drásticas durante este último año. Todos hemos sido testigos, por ejemplo, de los encierros de afectados por todos los hospitales del país–estuvieron 94 días encerrados en el hospital 12 de Octubre de Madrid—o las distintas  manifestaciones con miles de personas que han organizado por las principales ciudades españolas.  El 28 de mayo publicaron un artículo en su página web, titulado “El gobierno dinamita el nuevo plan contra la Hepatitis C”. En el denunciaban que la aprobación de este plan solo pretendía calmar a los afectados en pleno año electoral pues se había aprobado otra reforma de las “Leyes Orgánicas de Financiación de las Comunidades Autónomas y de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad” . Una ley que tiene rango de Orgánica y que pretende que el gasto farmacéutico y sanitario no sea superior al crecimiento anual del Producto Interior Bruto. Persigue recortar al sistema nacional de salud quinientos millones de euros en el 2015 y otros quinientos millones de euros en el 2016. Están empezando otra vez las movilizaciones por todo el país. Un panorama complicado que ya tuvo sus consecuencias para el Partido Popular en las recientes elecciones municipales. Perdieron todas sus mayorías absolutas, muchísimas alcaldías y millones de votos. Veremos el efecto que causa a los ciudadanos de cara a las generales del mes de noviembre.

La especulación de las multinacionales farmacéuticas, sus prioridades y su falta de ética

La investigación acerca de nuevos medicamentos hace años que esta en el centro de un debate entre sociedades científicas, universidades, gobiernos o farmacéuticas. El sistema es muy sencillo: Los estudios iniciales y las investigaciones básicas acerca de los nuevos medicamentos que salen al mercado son hechas por las Universidades públicas, financiadas con los impuestos de todos los ciudadanos. Una vez esto se traslada al desarrollo de medicamentos y sus fases finales pasa a manos de las grandes multinacionales, que son las únicas que se lo pueden permitir. Entonces estas le venden el medicamento terminado a los sistemas nacionales de salud y a los gobiernos, al precio que quieran y negociando con las vidas de los ciudadanos. Esto no es ni ético, ni por supuesto, eficaz. Ha monopolizado el sector y ha permitido que las empresas privadas sean las únicas que inviertan en I+D y en la creación de nuevos fármacos. Se socializan los costes de la innovación y se privatizan los beneficios.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, un tercio de la población mundial no tiene acceso a ningún tipo de medicamentos. Por el contrario, la industria farmacéutica es la más rentable del mundo. Más que la de las armas o las finanzas. Resultan unos niveles de rentabilidad inmorales tratándose de productos que salvan vidas humanas. Uno puede escoger si comprarse un i-phone o no, pero no puede elegir entre curarse o no curarse.  La industria farmacéutica trata a los enfermos como meros productos financieros.  Todo lo que esta regulado por el mercado se trata de la misma manera, es un bien comercial.

La Hepatitis C, el negocio de las farmacéuticas y sus víctimas

La crisis de los antibióticos demuestra esta teoría. En los últimos años prácticamente ha desaparecido la investigación y el desarrollo de nuevos antibióticos. La tendencia en investigación de estas multinacionales es la de invertir dinero en tratamientos para tratar enfermedades crónicas y no invertir en medicamentos para curar. Para ellos es mucho más rentable investigar un medicamento para la diabetes o la calvicie, que les garantiza ingresos de por vida, que no invertir en un fármaco que se toma durante un periodo corto de tiempo y que, encima, elimina la enfermedad y, por lo tanto, el cliente. El 80% de los medicamentos que salen hoy al mercado son para tratar enfermedades y no para curarlas. Y por eso los antibióticos están en franca decadencia.

Por otro lado, hay un grupo de enfermedades, llamadas “enfermedades olvidadas”, que solo se dan en países en vías de desarrollo, como por ejemplo, la “enfermedad del sueño”. Esta solo se encuentra en el centro y el este de África. Causa más de 10.000 muertos al año. Existía un medicamento llamado “Eflornitina” que era bastante eficaz contra esta enfermedad pero como ningún país de la zona podía pagarlo, dejó de fabricarse. Una situación chocante.

La solución pasa por una profunda reforma de las leyes, por la voluntad política y de cambio de los gobiernos y por buscar alternativas reales al actual sistema de patentes. Hace cien años eran una forma de premiar el esfuerzo y la inversión de las empresas pero, hoy en día, dicho por organizaciones como “médicos sin fronteras” resultan un obstáculo para la investigación, el desarrollo y la evolución del conocimiento. Es un sistema que carece de sentido en pleno siglo XXI.

La Organización Mundial de la Salud quiere promocionar la elaboración de un tratado que, en primer lugar, creará un fondo común de todos los estados miembros para poder financiar proyectos de I+D y así poder eliminar las patentes.  En segundo lugar, establecerá que la agenda de investigación se defina con criterios estrictamente de salud pública y no por los económicos. Por último, quiere impulsar la  coordinación entre las diferentes empresas, comunidades científicas y gobiernos para que no investiguen todos en la misma dirección ni en los mismos fármacos.

Hay que tomar conciencia y empezar a cambiar las cosas pues sin sanidad ni investigación pública, millones de personas seguirán sin poder acceder a sus medicamentos y seguirán muriendo a miles por culpa de la falta de ética de algunas multinacionales que los tratan como mercancía.

No nos olvidemos de los afectados..

El drama de la Hepatitis C en España. El documental (próximamente)