La tensa relación entre la Guardia Urbana y el equipo de Colau, en siete claves

  • La condena de BComú de los abusos policiales del 4-F o la defensa de colectivos como Can Vies hipotecan hoy las relaciones entre Ayuntamiento y Guardia Urbana
  • Colau nombra Amadeu Recasens para escenificar un cambio de modelo en Seguridad y mantiene Evelio Vázquez como mensaje de confianza al cuerpo
  • La disolución de las polémicos UPAS, unidades antidisturbios, y las críticas del sindicato mayoritario de la GUB, SAPOL, son el principal escollo para Colau

La llegada de Barcelona en Comú (BComú) al Ayuntamiento de Barcelona ha chocado, desde su inicio, con la Guardia Urbana (GUB). Cuando prácticamente no se han cumplido diez días de la investidura de la alcaldesa Ada Colau, el cuerpo policial ya ha protagonizado algunos movimientos opositores que van más allá de decisiones concretas. Una crisis que tiene su raíz en el fondo más que en las formas del nuevo equipo municipal, y que hay que ir a buscar en los días en los que se emitió del documental Ciutat Morta o en el conflicto de Can Vies, cuando la maquinaria de BComú, entonces en construcción, cargó por medio de Colau y el abogado Jaume Asens contra la cúpula de la Guardia Urbana.

Ayer, en la vigilia de Sant Joan, el gerente de la GUB nombrado por Colau, Amadeu Recasens, aununció actuaciones a lo que hasta ahora sólo eran declaraciones de intenciones. El nuevo comisionado de Seguridad del Ayuntamiento dijo que promoverá “un cambio de modelo integral” en el área de Seguridad basado «en la proximidad». Recasens aseguró que estos ajustes afectarán a todo el cuerpo policial, incluido las UPAS, la unidad antidisturbios, una de las secciones que BComú pretende disolver por su pasado, aseguran, «de malas praxis» y uno de los principales focos de confrontación con la cúpula de la GUB.

La intervención de Recasens escenifica un cambio de sensibilidad, pero sobre todo abre una nueva etapa que se propone demostrar que existe un modelo policial respetuoso con las minorías y con los colectivos alternativos que habitan en cualquier gran ciudad. O, como él mismo explicó, «de entender la Seguridad más allá de la policía», implicando más a todos los agentes sociales de la capital catalana. Un objetivo que llega en plena crisis entre BComú y GUB y que se puede desgranar en varios capítulos.

1. El pasado: El 4-F, el efecto Can Vies y el rol de Asens

El equipo de BComú y su entorno han señalado el caso 4-F, desgranado en el documental Ciutat Morta; y el conflicto que desató el desalojo de Can Vies, como principales ejemplos de cómo no se ha de comportar un cuerpo policial. En unos casos por los abusos de poder y en otros por el uso político de la policía para estigmatizar según que colectivos.

Una de las piezas clave del nuevo consistorio es Jaume Asens, abogado de uno de los encarcelados por el caso 4-F y cercano al colectivo de Can Vies. Sin duda, quien más ha criticado las actuaciones de la GUB, que ahora ve como su principal detractor ocupa una de los cuatro puestos más relevantes del Ayuntamiento. Sin embargo, el paso de la calle a las instituciones no ha reducido la distancia ideológica entre BComú y la GUB, que sigue siendo la misma que las separaba en las manifestaciones.

2. Dimisiones tras los resultados del 24-M

Minutos después de conocerse los resultados de las elecciones municipales, el gerente de la Guardia Urbana, Joan Delort, ya empezó preparar su traslado. Nombrado como cargo de confianza del gobierno de Xavier Trias, entendió que dicha confianza, con un nuevo gobierno liderado por la líder antidesahucios, ya carecía de valor.

El hasta hace poco Gerente de Presidencia, Gobernación, Seguridad y Movilidad del consistorio, o lo que es lo mismo, el jefe político del cuerpo –enlace entre agentes y equipo político—, había sido fichado cuatro años antes por Trias, con el fin de mejorar la coordinación entre la GUB y los Mossos. El día que presentó su dimisión, ante los medios, fue lacónico: «Organizo el traspaso y me voy».

3. Fichaje de Recasens, un defensor de los derechos humanos al frente de la GUB

Días después de la dimisión de Delort, Colau ofreció el mando a Amadeu Recasens, con un perfil mucho más académico e incluso cercano a postulados antiviolencia. En su currículum destaca su condición de doctor en derecho y profesor de criminología en la Universidad de Oporto; haber sido director de la Escuela de Policía de Cataluña; además de ser cercano al Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la UB, un grupo de investigación activo en la denuncia de torturas y vigilancia de la labor de los cuerpos de seguridad.

En una entrevista reciente a Catalunya Ràdio, preguntado sobre la desafección política, Recasens defendió que «cuando hay intervenciones que a veces son contundentes por parte de la policía esto también genera desafección»; y que puede que esta esté creciendo «por causa de algunas intervenciones contundentes o violentas que se producen porque la gente sale a quejarse porque hay una crisis de la que deben quejarse».

4. BComú persigue la disolución de las UPAS por “las manzanas podridas”

El programa de BComú pretende la «progresiva» supresión de la Unidad de Policía Administrativa y de Seguridad (UPAS), o lo que es lo mismo: los antidisturbios. Esta sección policial es, según el ex alto mando de la GUB, José Martínez, la que acumula más  «manzanas podridas» de todo el cuerpo. Martínez, que hoy forma parte del equipo de BComú en la redacción del protocolo de Seguridad, hizo estas declaraciones en una entrevista con este medio, lo que le costó un alud de críticas de sus excompañeros, que lo tildaron de polémico y menospreciaron su rol en el cuerpo, pese a que llegó a ser Sargento.

Sin embargo, y tras varias denuncias por abusos de poder en el pasado más reciente, el equipo de Colau se fijó como objetivo «disolver de forma progresiva las UPAS e integrar los agentes de esta unidad a otras funciones policiales». El actual jefe político del cuerpo, Recasens, insiste en que se cumplirá el programa de Bcomú:»Estructuraremos todo el cuerpo y la UPAS no será una excepción».

5. La continuidad de Evelio Vázquez, un acercamiento estéril

Los acercamientos de BComú al cuerpo policial, de momento, no han tenido sus frutos. Y eso que, contra todo pronóstico, Colau decidió mantener el más alto cargo uniformado de la GUB, Evelio Vázquez. De esta forma el nuevo consistorio, ya con Recasens en el cargo, mandaba un mensaje de confianza a todos los agentes, con los que cuenta para seguir desarrollando la política de Seguridad de la ciudad.

No solo eso, Asens también quiso matizar algunas de sus declaraciones realizadas antes de ser teniente de alcalde. En declaraciones a Catalunya Ràdio, explicó que los agentes «no deben tener ninguna preocupación» y admitió que «la mayoría trabajan de forma honesta». De esta forma, el número 4 de la lista de Colau aclaraba las intenciones de BComú, que pasan por revisar los protocolos y evitar «todo lo posible» casos de mala praxis, «como en el pasado».

6. El “odio patológico” de Asens, según SAPOL

El sindicato mayoritario de la GUB, SAPOL, es por ahora la principal piedra en el zapato en la cruzada de BComú para suavizar el ambiente. Su portavoz, Marcos González, acusó al nuevo equipo municipal de buscar «una venganza» por enfrentamientos anteriores de miembros de la candidatura con agentes policiales.

En una entrevista con BarcelonaFM manifestó que a Asens le movia un «odio patológico» hacia la GUB y puso el grito en el cielo sobre la voluntad de disolver las UPAS: «No tiene ni idea de cómo funciona un cuerpo que tiene más de 173 años de antigüedad», afirmó antes de añadir: «Nos han llamado prácticamente torturadores, estamos un poco preocupados».

7. Las horas extras, herencia de Trias

La última crisis que ha saltado a la luz tiene como origen la buena sintonía del ex alcalde Trias con la GUB. El ahora jefe de la oposición trató de tener contentos a los agentes del cuerpo durante su mandato y de recordarlo durante la capaña, hasta el punto de repetir la importancia de su labor acto tras acto. Eran días mucho ruido político, y primaba la necesidad de erigirse como el alcalde del “orden” en contraposición a la inestabilidad que, según las filas convergentes, se desprendería de un hipotético gobierno de Colau.

Este mismo martes, Recasens hizo público que Trias, poco antes de empezar la carrera electoral, casi duplicó el precio de la hora extra a los agentes, que pasaron de cobrar 12 a 22 euros. Un incremento salarial que para el recién nombrado gerente de la GUB provoca ahora “un problema de disfunción” que dificulta la distribución de los agentes. Una explicación con la que justificó que, hoy por hoy, los policias sólo estén haciendo servicios ordinarios y ninguna hora extra.