La verdad de Pablo Iglesias sobre el poder mediático y seis mentiras de los medios

  • «El pasado 17 de febrero el vicepresidente Pablo Iglesias intervino en el Congreso durante poco más de doce minutos para hablar del poder mediático y su papel determinante en la democracia»
  • «Tuvo el valor de, desde el cargo más alto de un país hasta ahora, en el lugar más legítimo y valioso de la democracia (el Parlamento), decir lo que nadie había dicho»
  • «Los medios y popes de la prensa y la política que critiquen esa intervención no están criticando unas iniciativas políticas que no compartan, están combatiendo la verdad»

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El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, el pasado miércoles en el Congreso. / Efe

El pasado 17 de febrero el vicepresidente Pablo Iglesias intervino en el Congreso durante poco más de doce minutos para hablar del poder mediático y su papel determinante en la democracia.

En realidad Iglesias no descubrió nada nuevo, no aportó ninguna información que no supiéramos, no ofreció ningún dato novedoso, no argumentó algo que no se haya dicho y escrito muchas veces. Sin embargo, sí hay algo excepcional en lo que sucedió, sí que resultó emocionante, sí que nos encontramos ante una intervención fuera de lo común, muy alejada de lo habitual. Y porque tuvo el valor de, desde el cargo más alto de un país hasta ahora, en el lugar más legítimo y valioso de la democracia (el Parlamento), decir lo que nadie había dicho.

Ya comenzó advirtiéndolo en su discurso: “No es habitual que se debata en el Congreso cual es el papel de los medios de comunicación en las sociedades democráticas, es un tema tabú, síntoma de una carencia de nuestra democracia”, vino a señalar. Claro que no es habitual, los políticos se dedican a criticar a los otros políticos, a defender posiciones y propuestas a favor de los sectores sociales con los que se identifican, pero nunca a denunciar a los actores que tienen el poder para decidir qué mensaje y qué imagen de ti va a llegar a los ciudadanos.

Y ese es el gran problema. Hoy, más que nunca, el papel de los medios es fundamental, sobre todo porque vivimos tiempos en los que nada o muy poco se puede hacer sin el apoyo de la opinión pública, lo cuál no es mala cosa. El problema es que también lo más infame se puede hacer si consigues ese apoyo. Y más problema todavía es si es un reducido núcleo de poder el que tiene la capacidad de conformar esa opinión pública. Tan reducido que, como recordó Pablo Iglesias, en España dos empresas acaparan el 80% de la audiencia de televisión privada y el 83% de ese mercado publicitario.

El sistema mediático lleva años abusando de mitos que es necesario desmontar:

1. Los medios tienen como misión ejercer la libertad de expresión.

No es verdad. La libertad de expresión no debe ser patrimonio de los medios, ni siquiera de los periodistas, es de los ciudadanos. Si los medios seleccionan qué personas se expresan en ellos y quiénes no, de qué temas se ocupan y de cuáles no; lo que están ejerciendo es el derecho a la censura. Es decir, a señalar lo que sale a la luz y lo que se silencia.

2. Los medios son el contrapoder a los otros poderes.

Los medios no son contrapoder de nada, son un poder por sí mismo que se dedicará a apoyar lo que consideren oportuno. Y considerarán oportuno lo que establezcan los dueños de ese medio, como sucede con todo en el mercado. Precisamente los otros tres poderes, esto también lo señaló Iglesias, tienen una cierta representación y legitimidad democrática, con todas sus deficiencias. Quienes no la tienen son los grandes medios, que nadie les vota ni elige.

3. Los medios son los mediadores entre los políticos y los ciudadanos porque a través de ellos conocemos sus propuestas y posiciones.

En realidad los medios son interceptadores entre los representantes y los ciudadanos. Diría más, obstaculizadores, porque se encargan de conformar la imagen que quieren que tengamos de un político y de su discurso. Mediante su selección y edición pueden presentar estúpido al más inteligente, y brillante al memo. Mediante técnicas de descontextualización, omisión de antecedentes y datos pueden tergiversar cualquier propuesta o iniciativa del político. O simplemente pueden silenciarlo. O, al contrario, pueden encumbrarlo si es de su interés. El sistema mediático consigue que todos los días un columnista que no representa a nadie pueda dirigirse a cientos de miles de personas de su audiencia, mientras que un ministro o un diputado, elegido por millones de personas puede no tener acceso a ese medio para poder responder al periodista.

4. Nuestro derecho a la información nos lo proporcionan los medios de comunicación.

Ninguna empresa privada puede garantizar ningún derecho, las empresas privadas ofertan en el mercado productos y servicios, lo cuál está bien, pero los derechos son otra cosa. Los derechos como la sanidad, la educación, el de reunión, el de movimiento o el de asociación tenemos claro que no los garantizan las empresas privadas, los proporciona un Estado social y de derecho. ¿Por qué el de información te lo va a garantizar Atresmedia o Prisa?

5. Establecer legislaciones destinadas a garantizar la veracidad de la información supone un atentado a la libertad de expresión.

El derecho a recibir una información veraz se recoge en el artículo 20 de nuestra Constitución, cuando un medio ofrece una información que no es verdad, está violando un derecho constitucional que tienen millones de personas a los que les ha llegado esa falsa información. Legislar para impedir eso debería ser una obligación de los poderes públicos. Cuando los grandes medios quieren que no se haga es porque quieren mantener su impunidad para mentir.

6. Los medios se legitiman con sus datos de audiencia.

Cualquier análisis financiero de los grandes medios permitirá observar que se mantienen por, en primer lugar una licencia radioeléctrica dada a dedo por un Gobierno que mantienen de forma privilegiada durante décadas, después porque tienen un gran accionariado detrás conformado por entidades financieras, empresas de telecomunicaciones, energéticas, fondos de inversión… Además necesitan para su funcionamiento flujos constantes de préstamos financieros por parte de las entidades bancarias. Por último, es imprescindible contar con el beneplácito de anunciantes, a ser posible de gran músculo económico, para lograr rentabilizar el medio. Basta con pararse a pensar a qué medios de los que cada uno utilizamos para informarnos le pagamos por su servicio. A todo el que usted no le paga, alguien lo está haciendo a cambio de algo, que no es información plural y veraz.

La intervención de Pablo Iglesias provocará dos tipos de reacciones en los grandes medios: unos la criticarán y otros directamente la silenciarán. Lo curioso es que Iglesias se limitó a exponer una situación, ni siquiera hizo propuestas que tuvieran que preocupar a las empresas de comunicación. Los medios y popes de la prensa y la política que critiquen esa intervención no están criticando unas iniciativas políticas que no compartan, están combatiendo la verdad. Precisamente de lo que alardean esos grandes medios, de abanderar la verdad, es lo que no pueden soportar en la tribuna del Congreso de los Diputados.

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