Personal sanitario durante la pandemia: concilia como puedas

Comunidades como Madrid, País Valencià y Andalucía prohibieron los permisos para cuidar a familiares durante el estado de alarma. Los profesionales temen que, con una vuelta al cole incierta y los números de contagios en ascenso, se repitan las dificultades para conciliar.

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// Dani Gago

Sonia y Rafa son enfermeros en el hospital de Móstoles (Madrid). Tienen tres hijos a cargo, de 2, 4 y 11 años. Mientras las cifras de contagios por covid-19 en su hospital no dejan de aumentar —con más de 30 ingresos en planta— ven cómo se presenta un curso incierto también en las aulas del cole. Aún no tienen claro si llevarán a los peques a clase, aunque la conciliación se hace tarea titánica. Durante los meses más duros de la pandemia dejaron a sus hijos con los abuelos. Estuvieron dos meses sin verlos por su seguridad.

“Con la pandemia nos quitaron todos los permisos de conciliación”, cuenta Rafa, hoy de baja por covid-19. Durante el estado de alarma, el Gobierno emitió el Real Decreto 8/ 20 en cuyo artículo 6 limitaba las adaptaciones de jornada por deberes de cuidado a “circunstancias excepcionales”. En comunidades como Madrid, País Valencià o Andalucía directamente prohibieron todo tipo de permisos. Hoy Rafa teme que, ante un repunte, se vuelva a proceder del mismo modo.

“Tras el estado de alarma, demandamos que nos dieran todos los permisos que no nos habían dado y que nos debían y no nos los quisieron dar. Tengo una compañera que incluso le llegaron a denegar un permiso de lactancia, aunque finalmente lo consiguió. Se han dedicado durante años a reducir plantillas y ahora se quejan de que no tienen personal. Estas son las consecuencias”, se queja Rafa.

Opinión que refrenda Santiago Zarapuz, delegado sindical del Movimiento Asambleario de Trabajadores (MAT). “Con el covid-19 hemos asistido a un retroceso en nuestros derechos de conciliación para cuidar a menores o dependientes. Hoy la Comunidad de Madrid mantiene una norma por la que nos limitan las excedencias por cuidado de familiares, punto al que se estaba agarrando la gente para poder conciliar. Antes podíamos solicitar excedencias de manera intermitente, ahora solo podemos coger una excedencia una única vez”, explica Zarapuz, haciendo referencia a una resolución publicada el 29 de mayo amparada en la “situación de emergencia por la pandemia del coronavirus”.

“Una trabajadora tenía la tutela de su hermana, con discapacidad intelectual, y le negaron una excedencia durante el estado de alarma. Ha tenido que dejar de trabajar para cuidar a su hermana”

El representante del MAT asegura que comunidades como Madrid llevan un gran retraso en este aspecto si se comparan con provincias como Euskadi o Navarra, donde los permisos y las excedencias tienen mejores condiciones. Zarapuz se dedicó durante el estado de alarma a recopilar casos de ausencia de conciliación. “En Madrid he visto casos muy duros. Una trabajadora tenía la tutela de su hermana, con discapacidad intelectual, y le negaron una excedencia durante el estado de alarma. Acudió a los juzgados y estaban paralizados. Ha tenido que dejar de trabajar para cuidar a su hermana”, cuenta.

Feminización de los cuidados y de la profesión

En una sociedad donde los cuidados siguen recayendo mayoritariamente sobre las mujeres, la conciliación se hace esencial en un sector feminizado como es el sanitario. Según datos del INE de 2018, el 68% de las profesionales sanitarias son mujeres. Porcentaje que asciende hasta el 84% en ocupaciones como la enfermería.

“Muchas enfermeras son jóvenes y tienen hijos pequeños y tienen turnos de tarde. Hasta que no consiguen una plaza fija —y eso es difícil porque las oposiciones escasean— no pueden elegir un turno de mañana. Esto es difícil compatibilizarlo con el horario escolar. A esto se añade la turnicidad, trabajamos por turnos incluso los fines de semana”, explica el portavoz del sindicato de enfermería SATSE Ricardo Furió. “Además, solicitar reducción de jornada o excedencias supone una merma de ingresos”, añade. “Se avecina un otoño complicado para las enfermeras”, vaticina

Susana Domínguez, celadora de profesión, sabe bien de esto. Está divorciada y tiene a dos hijos a su cargo. Ni se plantea solicitar una reducción de jornada o una excedencia, pues no podría afrontar el día a día. “Yo trabajo de ocho a tres. El problema que tenemos ahora es que no abran los colegios. No puedo tener a mis hijos todo el día solos por la mañana”, expresa. Durante la pandemia, cuando tuvo que llegar a doblar turnos, no tuvo más remedio que mandar a sus hijos con su padre “y pudo cuidarlos porque se llevó a su madre donde vive. Los niños nunca estaban solos porque la abuela no salía. En mi caso mis padres vivían en otra casa. Los niños se hubieran pasado el día de una casa a la otra con el riesgo de que yo trajera el virus y ellos se lo llevaran a sus abuelos”, explica.

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Personal sanitario y no sanitario se concentra en el Doce de Octubre. Dani Gago

Domínguez avisa de que en su hospital ya están doblando algunos servicios “porque no encuentran o no contratan personal. Estamos faltos de personal. Ahora mismo la situación no está desbordada aún, nos tememos que lo peor venga a partir de octubre con la gripe y que se junte con el covid-19”, relata.

Sin planes de contingencia

Pese a la situación que se avecina, los profesionales sanitarios aseguran que hay una ausencia de planificación para un posible repunte, por lo que los problemas de falta de personal y anulación de medidas conciliatorias podrían repetirse. “Desde mayo estamos pidiendo un plan de contingencia, pero nada. A día de hoy sabemos que hay un número de camas fijadas para que entren los especialistas en acción, pero no sabemos en qué orden. Es muy difícil organizarte así. La otra vez las cosas pasaron de cero a 100, pero ahora lo estamos viendo todo a cámara lenta y siguen sin decirnos nada”. Son palabras de Miriam Pérez Pelayo, médica endocrino del Hospital Severo Ochoa (Leganés, Madrid). Durante la pandemia, Miriam abandonó su consulta y se ofreció de voluntaria para la zona covid-19. Lo mismo hizo su marido, que es digestivo. Tienen tres hijos, de 12, 8 y 5 años y cuenta que sin la familia no podrían haber conciliado.

“Cuando estalló la pandemia nos pidieron ser voluntarios y en ese momento, con la sobrecarga que había ni nos lo pensamos. Pero claro, ahora la cosa cambia, desde mayo venimos reclamando un sistema para gestionar bien las cosas y que no dependieran de la voluntariedad“

“Cuando estalló la pandemia nos pidieron ser voluntarios y en ese momento, con la sobrecarga que había ni nos lo pensamos. Hablamos con mis hermanos y una hermana de mi marido y mandamos a cada crío a una casa. Estuvimos 40 días sin verles y fue duro, la casa se te caía encima sin ellos. Pero claro, ahora la cosa cambia, desde mayo venimos reclamando un sistema para gestionar bien las cosas y que no dependieran de la voluntariedad. Pero si cierran los coles,después de lo que hemos vivido, yo no estaría dispuesta a volver a dejar a mis hijos otros 40 días. Es como hacer un puzle continuo donde las piezas se van descolocando cada tres días”, afirma.

Su hospital,que fue de los más golpeados por la pandemia en el municipio más afectado de Madrid, vive hoy una calma tensa, con cifras de contagios que comienzan a despuntar y 55 ingresos en planta. “Estoy en un hospital que se sobrecarga muy rápido, la presencia de 300 personas en urgencias puede volver a pasar. Me temo que nos podrían obligar a ir a la zona covid-19, pero habría que ver con qué criterios obligas o no obligas. Pero eso sí, ahora ya no vamos a ser voluntarios”, asegura.

“Como no intenten buscar una salida para los cuidadores la situación se va a complicar mucho. La gente tiene temor al rebrote, y antes de empezar los colegios no saben lo que van a hacer con los críos. La administración no ofrece posibilidades al trabajador. No hay garantías, son situaciones dramáticas. Y no podemos seguir retrocediendo en derechos”, concluye Santiago Zarapuz.