La Fundación Fernando Buesa presenta en Vitoria el trabajo «Víctimas y política penitenciaria. Claves, experiencias y retos de futuro» (Catarata).
La vitoriana Marta Buesa tiene una certeza y una pregunta. La certeza: el asesinato de su padre, el dirigente socialista Fernando Buesa, constituye la parte más dolorosa de su vida. La pregunta viene seguida de una reflexión. «Afrontar esa parte de mi vida también implica asumir una realidad: tarde o temprano, todos los presos de ETA terminarán por salir de la cárcel, y seguramente todos ellos vivirán en el País Vasco. Entonces me planteo de qué manera quiero que esas personas se reincorporen a la vida en sociedad y en libertad», relata.
Tanto su interrogante como las posibles respuestas acaban de coger forma de libro. Víctimas y política penitenciaria. Claves, experiencias y retos de futuro (Catarata) ya está en las librerías. En esta obra (coordinada por Antonio Rivera, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco, y Eduardo Mateo, licenciado en Ciencias Políticas y responsable de proyectos y comunicación de la Fundación Fernando Buesa), distintos «filósofos, historiadores, víctimas, expresos de ETA, jueces y profesionales de las instituciones penitenciarias reflexionan sobre políticas antiterroristas y de reinserción», puede leerse en la reseña.
En esta obra numerosos expertos reflexionan sobre política antiterrorista y de reinserción
En efecto, a lo largo de sus más de 200 páginas aparecen reflejadas las distintas intervenciones y aportaciones efectuadas en el marco del XVI Seminario Fernando Buesa que se celebró en 2018. Este martes, la sede de la citada fundación en Vitoria ha acogido la presentación de este libro.
«Convivir en paz»
«Se trataba de reflexionar sobre una cuestión que es problemática, sobre todo desde la perspectiva de las víctimas», destaca Rivera. En tal sentido, apunta que el este trabajo busca –entre otros aspectos- «acudir al pasado para ver cómo ha funcionado la relación de políticas penitenciarias y víctimas en otros escenarios», como Irlanda del Norte o la Italia de los años de plomo. «No se trata de seguir obsesivamente modelos, sino darse cuenta de lo que no hay que hacer», añade Rivera.
«Creo que es tiempo de apostar por una política penitenciaria que favorezca la reinserción», asegura Buesa
Buesa lo tiene claro. «Creo que es tiempo de apostar por una política penitenciaria que favorezca la reinserción», señaló a Público algunas horas antes de la presentación. «Se trata de ver de qué manera vamos a poder convivir aquí de manera sana, en paz y en libertad –continuó-. En definitiva, será la convivencia que se plantee en el futuro».
En el libro también aparece el testimonio de Josu Elespe. Su padre, Froilán, fue el primer concejal socialista asesinado por ETA. Lo mataron el 20 de marzo de 2001 en la localidad guipuzcoana de Lasarte. «Considero que actualmente los presos de ETA deberían recibir el mismo tratamiento que un preso común, es decir, acercamiento a cárceles cercanas a su domicilio, excarcelación de presos gravemente enfermos y obtención de beneficios penitenciarios por evolución positiva, trabajo en la cárcel, etcétera», señala Josu Elespe en el texto que lleva su firma.
Entre otras razones, destaca que «legalmente es posible», al tiempo que subraya que «ETA ya no existe ) y la política penitenciaria debería ajustarse a esa nueva realidad». «En tercero, por coherencia ética y porque no soy como ellos, creo que hoy en día defender una política penitenciaria de excepción me haría ser excepcional con ellos. En cuarto lugar, pese a la falta de empatía hacia las víctimas de ETA y pese a que guardaron y guardan silencio en relación con los crímenes cometidos por sus familiares, considero que los familiares de los presos de ETA no tienen por qué verse perjudicados o afectados por la actual política penitenciaria», remarca. En cualquier caso, aclara que, a su juicio, «estos familiares de presos no son víctimas de nada».
A lo largo del libro aparecen otras tantas reflexiones sobre el pasado y el futuro. Están, por ejemplo, las palabras de Joseba Urrosolo, uno de los presos de ETA que se desmarcó de la disciplina del colectivo y se sumó a la Vía Nanclares. «Al hablar de la violencia de ETA, como de las otras violencias, la responsabilidad no es solo de los que directamente la hemos utilizado. Hay responsables directos y responsables políticos. Tan responsables son unos como otros. Y en nuestro caso, los responsables políticos de la izquierda abertzale no pueden dejar esa pesada carga solo a los presos», apunta.
Para Urrosolo, «el problema ahora es que, después de la desaparición de ETA, después de haber solicitado el desmantelamiento de la vía Nanclares, los presos del colectivo se encuentran buscando cada cual ya solo una mejora en su situación, lo que despectivamente antes llamaban una salida personal».
«Reinserción conciliadora»
Este asunto también es abordado por expertos del mundo jurídico, como la ex magistrada del Tribunal Constitucional Adela Asua. A su criterio, la política penitenciaria «debe girar sobre la promoción de la reintegración social, conforme a los criterios rectores que la Constitución consagra para el cumplimiento de las penas privativas de libertad».
«Nunca debieron adoptarse medidas colectivas subordinadas a estrategias políticas contra el terrorismo en lo que no resultaban compatibles con el marco de la legalidad penitenciaria», subraya esta jurista en el libro, al tiempo que habla de una «reinserción conciliadora». No obstante, también advierte que «la aportación más necesaria para esa reconciliación, y para la deslegitimación social de la violencia, sería la que provenga del mundo que arropó y ensalzó a los ‘pistoleros’ y que alimentó directa o indirectamente el reclutamiento de alevines para que continuara la rueda del terror. Y tal vez sea la más difícil de obtener».