Cuatro años de cárcel para el exjefe de Tráfico de Zaragoza que grabó a sus subordinadas por debajo de la falda

  • Se le considera culpable de 14 delitos contra la intimidad tras grabar a 14 de sus compañeras
  • Deberá hacer frente a una multa de 4.320 euros y a indemnizaciones por valor de 38.600

Audiencia Provincial de Zaragoza

Audiencia Provincial de Zaragoza // Zaragoza

La Audiencia de Zaragoza ha impuesto una pena de cuatro años de prisión y seis de inhabilitación para cualquier cargo público al exjefe de la Oficina de Tráfico de la Policía Local de Zaragoza Jesús Javier Valenzuela Recio. Le considera culpable de 14 delitos contra la intimidad, tras grabar por debajo de la falda a 14 de sus excompañeras.

Además, deberá hacer frente a una multa de 4.320 euros y a indemnizaciones por valor de 38.600 euros por los daños morales causados a las 14 mujeres.

En el juicio, que comenzó el pasado 28 de mayo, se acusaba al condenado de grabar en su despacho, por debajo de la falda y con bolígrafos cámara, a 14 compañeras de trabajo. La Fiscalía pedía cuatro años de cárcel por un delito contra la intimidad y la acusación particular 24.

El acusado reconoció haberlo hecho y argumentó que lo hizo «por miedo». Tenía miedo, apuntó, «de que ciudadanos, compañeras de trabajo o policías locales» le pidieran cosas que «no podía hacer como instructor del procedimiento», en relación a su puesto como responsable de la tramitación de expedientes sancionadores y multas de tráfico.

Según publica El Periódico de Aragón, los magistrados señalan que es “obvio” que se dedicó, entre febrero y septiembre de 2016, a grabar a sus compañeras de trabajo de cintura para abajo con un “torcido interés libidinoso”.

Más de 5.000 fotografías y 244 vídeos

En los registros practicados por los agentes de la Policía Nacional detectaron 5.256 fotografías y 244 vídeos. Jesús Javier V. R. señaló que hacía grabaciones de cuerpo entero, y no por debajo de la falda, y negó haber guardado estas fotografías con nombres como «culo», «piernas» o «muy bueno».

El asunto fue destapado por dos trabajadoras que descubrieron al acusado viendo uno de los vídeos. Según la investigación, el acusado colocaba un bolígrafo en la repisa de la ventana y otro en una papelera. Ambas mujeres coinciden en que hubo un cambio de actitud en el acusado por esas fechas, ya que, de repente, comenzó a llamarlas a su despacho de manera mucho más habitual.