Europa recurre a los ERTE y la UE se divide en las primeras semanas de la crisis económica provocada por el covid19

Los países europeos coinciden en las primeras medidas para tratar de evitar el colapso económico, pero se muestran distanciados en torno a las soluciones a medio plazo. Hoy, martes 7 de abril, el Eurogrupo se reúne y discutirá la posibilidad de mutualizar las deudas como piden los países del sur.

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Comercio cerrado en Madrid, el 5 de abril de 2020 // David F. Sabadell

España, el peor mes de los últimos 22 años. Francia, el peor mes desde hace 22 años. Alemania, ídem. Italia, ídem. El índice PMI o Índice de Gestores de Compras, realizado desde hace 22 años sobre encuestas a empresas manufactureras y del sector servicios, que fue presentado el pasado 3 de abril, es el que arroja peor resultado de la historia. El motivo, la crisis provocada por el coronavirus.

La paralización de la demanda ha suspendido virtualmente la actividad y los decretos que ordenan el confinamiento han terminado con los pedidos de las empresas a las que evalúa el PMI. Por primera vez en cinco años, las empresas que aportan sus datos para el estudio reconocen haber destruido empleo. En todos los países que participan en la encuesta se produjo una pérdida neta de puestos de trabajo.

El director ejecutivo de IHS Markit, la compañía que elabora este índice, referencia para el gran capital internacional, evaluó en el informe de marzo que la economía europea se está contrayendo a un ritmo del 10%, y advirtió que lo peor está por llegar. “El coste económico final del brote de covid19 no puede estimarse con precisión hasta que tengamos más claridad sobre la duración y la escala de la pandemia”, advierte el CEO de IHS.

“Nunca en la historia del FMI hemos presenciado un estancamiento de la economía mundial como este (…). Es mucho peor que la crisis financiera mundial”, ha asegurado recientemente Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional. El cálculo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) para España estima una caída del PIB del 2% por cada mes de confinamiento ─de momento, marzo y abril─. Goldman Sachs calcula que la caída a final de año será del 9,2% y el Banco de España, directamente, ha decidido evitar dar un pronóstico. El déficit público, señalan otros pronósticos, puede escalar hasta el 10%.

Pese a que España sigue afectada por sus infames estadísticas de desempleo y por su desigualdad extrema, las previsiones son idénticas en países con mayor grado de desarrollo del estado de bienestar. En Francia, el Observatorio de Coyunturas Económicas calcula que cada mes de economía en confinamiento supondrá un retroceso del 2,6% en el producto interior bruto.

Dominada la “curva de contagios”, la economía española seguirá expuesta particularmente por la caída del turismo

Los pronósticos del capital apuntan a que será en el segundo semestre del año cuando se acentúe la recesión. Dominada la “curva de contagios” en España y levantado, aunque sea parcialmente, el control policial sobre la movilidad, la economía española seguirá expuesta particularmente por la caída del turismo. Además, el sector bancario, especialmente el italiano, la aerolínea de Francia y la Sareb en España, están en todas las quinielas de los próximos rescates estatales.

No se trata de una “ralentización” de la economía ni de un paréntesis, sino del comienzo de una nueva etapa de crisis, en la que la economía se contrae a una velocidad no conocida desde el final de la II Guerra Mundial. En Estados Unidos, el desempleo está aumentando 20 veces más rápido que en el mes de febrero: en una semana, el paro ha subido en 6,6 millones de personas. En Austria, el paro ha alcanzado dobles dígitos por primera vez en décadas (12,2%), al igual que en Noruega, donde se ha pasado del 2,3 al 10,4% en las cuatro semanas de marzo.

En España, los despidos individuales han llevado al paro a 300.000 personas en la mayor subida en un solo mes de la historia. La destrucción del empleo temporal, el más precario, tiene un sesgo de clase importante, ya que afectará particularmente a jóvenes y mujeres, trabajadores pobres y sin la nacionalidad.

El cuadro general, no obstante, no comenzará a apreciarse hasta abril y mayo, cuando se conozcan completamente los datos de desempleo de los países europeos afectados en primera instancia por el covid19.

El ERTE, fórmula elegida

El método elegido por los gobiernos europeos para mitigar el impacto de las primeras cinco semanas de medidas contra la propagación del virus ha sido el llamado lay-off, más conocido en España por las siglas de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, un dispositivo que ya cubre a 2,6 millones de trabajadores de 452.000 empresas. Francia, Italia, Portugal y la propia España han optado por esta fórmula para “contener” el impulso a los despidos masivos, vinculando las medidas de ayuda a las empresas al sostenimiento del empleo. Los ERTE acarrean un importante gasto público pero son la “red de seguridad” con respecto a los despidos, por cuanto mantienen con respiración asistida las relaciones laborales a la espera de la reactivación de la actividad.

En Portugal, el diario Expresso, estima en más de 22.000 las empresas que ya se han acogido a esta fórmula, que afecta ya a 425.287 trabajadores y que, como en España, está cubierta por el Estado en un 70%. A pesar de que el porcentaje de paro en Portugal es bajo respecto a España, casi dos de cada diez personas están en riesgo de pobreza y exclusión y hay 1,7 millones de personas en situación de pobreza monetaria.

En Italia, país pionero en las medidas de confinamiento, el agotamiento de los arreglos en base a cambio de condiciones contractuales (permisos, vacaciones, etc) ha desembocado en el mismo recurso al ERTE ─la cassa integrazione─. El medio Il Sole 24 Ore, en base a los datos de la seguridad social italiana INPS, estima que casi dos millones de personas están incluidas en estas medidas, que ya afectan a cien mil empresas.

La situación en Francia, donde el Estado carga con el 80% de los salarios durante los cierres temporales, afectaba a 27 de marzo a 220.000 empresas para un total de 2,2 millones de asalariados, según datos de Le Monde. Ayer, 6 de abril, el ministro francés de economía, Bruno le Maire, anunció un nuevo paquete de medidas de acceso al crédito de 300.000 millones de euros, abrió la puerta a la renacionalización de sectores estratégicos y declaró que el Gobierno prefiere incurrir en un endeudamiento ahora que desembocar en un “naufragio de la economía”.

También en Alemania, país donde el paro no ha subido en las últimas semanas después de la decisión del Parlamento de romper la sujeción de la deuda pública, los expedientes temporales han servido para el rescate de medio millón de empresas. El modelo, en el caso alemán, exime a las empresas de pagar las cotizaciones sociales y el Estado abona entre un 60 y un 65% del salario a la plantilla y añade ayudas directas de liquidez para las compañías.

Quién paga la factura

Los ERTE, unidos a medidas de inyección de créditos para trabajadores por cuenta propia y a la puesta en marcha de subsidios ─se espera que España apruebe esta semana un ingreso mínimo vital para cubrir a cientos de miles de personas que no se han visto beneficiadas por las medidas aprobadas hasta ahora─ son las primeras medidas para tratar de atajar el colapso económico.

Queda por ver si el coste final de las partidas de emergencia aprobados por los distintos países será asumido en base a criterios comunes o si se producirá un “sálvese quien pueda” que degenere en la competición interna en la UE

Pero la cuestión que quedó pendiente en la cumbre de los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea del pasado 27 de marzo, no ha sido resuelta: si el coste final de las partidas de emergencia aprobados por los distintos países será asumido en base a criterios comunes o si se producirá un “sálvese quien pueda” que, como en la crisis de 2008, degenere en la competición interna en la UE y, quizá, en la salida de países como Italia, donde el euroescepticismo gana posiciones, o bien en la ruptura de la unión tal y como se conoce.

Hasta ahora, la UE ha movilizado tres paquetes de medidas con una circulación aproximada de 500.000 millones de euros. El primer paquete se ha puesto en marcha a través del Banco Europeo de Inversiones, que maneja ayudas para empresas agrícolas, el segundo a través del programa SURE, que, también desde una lógica financiarizada —es decir, prestando el dinero a los bancos para que estos los ponga en circulación—, insuflará cien mil millones de euros a disposición de los Estados para financiar los ERTE y evitar despidos por la vía del pago a las empresas, y el tercero es el conocido mecanismo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

El MEDE, conocido también por sus siglas en inglés, ESM, es un viejo conocido de los países sureuropeos. Un “préstamo en condiciones ventajosas”, como lo definió Luis de Guindos, que está, empero, sujeto a condicionantes políticos y económicos. Italia ha sido el país más beligerante contra el uso del mecanismo ESM en esta ocasión. Según el relato que Carlos E. Cue y Bernardo de Miguel recabaron de la cumbre del 27 de marzo, Merkel defendió el MEDE contra la firme oposición del primer ministro italiano, Giuseppe Conte: “Es un instrumento muy bueno. Al final es el que te va a ayudar. No seas tan crítico. Si lo que estás esperando son los coronabonos, no van a llegar nunca”, dijo la canciller alemana, en su último año de mandato y otra vez al frente del grupo de la austeridad en Europa.

Conte y Sánchez, junto con un más reservado Emmanuel Macron, son hoy los puntales de los “coronabonos” y se la juegan en la reunión de esta tarde, 7 de abril, a convencer a Alemania y a los halcones del llamado “ordoliberalismo” de lanzar esos bonos de deuda con referencia al conjunto de la UE, y no los bonos soberanos de cada país, para, en el medio plazo, sufragar los costes de las medidas de enjuague de la crisis provocada por el coronavirus.

La mutualización se plantea para atajar los ataques especulativos sobre los países que se sitúan ya en torno al 100% de deuda respecto a su PIB, Francia, Italia y en breve espacio de tiempo, España. También, a medio plazo, como un factor que debe permitir la reestructuración de la deuda y quitas sobre la misma. El Gobierno de Pedro Sánchez apurará las posibilidades de mutualizar la deuda a través de esos bonos antes de plantear una reforma fiscal progresiva ambiciosa, una medida de mayor impacto económico pero que acarreará un importante coste político para el PSOE.

Las próximas horas hasta el viernes 10 serán clave para definir si la UE se arroja a la carrera del “sálvese quien pueda” o si se cambia un rumbo que aparece, literalmente, grabado en su constitución material. Con una economía que ya ha dado sobradas muestras de agotamiento en las últimas décadas incluso en la llamada “locomotora” de Europa, Alemania, el conjunto de la Unión afronta una recesión de dimensiones inéditas, como ha alertado el FMI y el gran capital internacional. La crisis, que aparece según los economistas keynesianos como la oportunidad de idear una forma distinta para la producción y distribución de bienes y servicios, se presenta en sus primeras horas en toda su crudeza.


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